Un estudio realizado por el Instituto de Neurociencia de la Universidad de Londres, utilizando escáneres de resonancia magnética cerebral, han descubierto la relación entre las creencias políticas de las personas y su estructura cerebral. Es decir, que las «opiniones políticas» están determinadas por el cerebro. Vaya sorpresa, por fin un método eficaz contra el transfuguismo, o el arte de la migración política (hoy de izquierdas y mañana en la derecha), la resonancia magnética de resolución «política».

Los investigadores analizaron los cerebros de un centenar de personas que respondieron, previamente al escáner de su masa cerebral, a un cuestionario que valoraba sus creencias políticas, liberales o conservadores. Al comparar ambos grupos se identificaron dos áreas muy concretas del cerebro cuyo tamaño se asociaba con las ideas políticas. Los resultados afirman que las personas que se definieron como liberales y con ideología de izquierdas mostraron mayor cantidad de materia gris (procesamiento de la información) en la región cerebral denominada cíngulo anterior; mientras que los que se definían como conservadores y con ideología de derechas tenían de mayor tamaño la amígdala (procesa reacciones emocionales). Ambas estructuras, cíngulo (izquierda) y amígdala (derecha), son candidatas a predecir con exactitud la condición política de un individuo. Y porque no, el mejor líder de una u otra formación política debería de ser el que tuviera el cíngulo anterior o la amígdala de mayor tamaño o en mejor estado.

Estos resultados plantean la relación que podría existir entre los valores sociales y la estructura del cerebro, o que fue antes, área cerebral o política. Es decir, si son estas estructuras las que condicionan los pensamientos políticos o si son éstos los que favorecen más el desarrollo de un área u otra del sistema nervioso central. De todas formas, la resonancia magnética cerebral podría averiguar hacia donde evoluciona políticamente el individuo: amigo, si quieres un cargo tienes que trabajarte más el cíngulo o la amígdala, según el caso.

Los investigadores ya han comenzado al escrutinio de su hipótesis analizando cerebros de parlamentarios británicos (profesionales de la política), que se han ofrecido a pasar por esta nueva herramienta de la verdad política; los primeros análisis demuestran que los laboristas tiene mayor densidad de cuerpos neuronales en el cíngulo anterior, más materia gris, que los conservadores que presentan esta área más delgada. Pero, ¿qué funciones esconden estas estructuras?

El cíngulo anterior (área 24 de Brodmann), es una parte del cerebro filogenéticamente muy antigua que participa en la regulación de presión arterial, control cardiaco y digestión. Además, interviene en la regulación de procesos cognitivos complejos, como la valoración previa del grado de placer o desagrado (premio o castigo) que podemos obtener en cualquier tarea. También el cíngulo anterior, estrechamente unido al cuerpo calloso (comunica los hemisferios cerebrales), participa en otras actividades como en el reconocimiento de las expresiones faciales del prójimo, de las emociones intensas (relaciones sociales), y en la resolución de problemas difíciles y detección de errores.

La amígdala, estructura ancestral, localizada en el interior de los lóbulos temporales (conectada al hipotálamo), ejerce su papel principal en el procesamiento y almacenaje de memorias asociadas a reacciones emocionales, incluida la respuesta al miedo (parálisis, taquicardia, hormonas de estrés…). Además, esta estructura esta relacionada con la respuesta a las hormonas sexuales, en la consolidación de la memoria y en la reacción ante la invasión del espacio personal. Recientemente investigadores del Hospital General de Massachusetts (EE.UU) publican, en Nature Neuroscience, un estudio mediante resonancia magnética, que demuestra que cuanto más grande es la amígdala cerebral mayor es el número de amigos y familiares con los que nos relacionamos (red social). Anteriormente, en la Universidad de Tamagawa (Japón), habían demostrado que la solidaridad tenía que ver con la amígdala; las personas, según cuentan en Nature Neuroscience, son solidarias o individualistas en función de la actividad de esta estructura. Los individuos prosociales presentan una mayor actividad neuronal en la amígdala.

Obviamente estos resultados tienen una base genética, pero aunque los genes condicionen la orientación política, está claro que puede modificarse por el ambiente, las nuevas experiencias o incluso el aprendizaje. Pero de todas las formas, solamente quien tiene un cerebro bien armado puede cambiar de ideas.

Bueno para el corazón, bueno para el cerebro

Un estudio recienete, publicado en Archives of Neurology, demuestra que las personas que tenían bajos niveles de lipoproteína de baja densidad (HDL), o colesterol bueno, tenían un riesgo 60% mayor de desarrollar la enfermedad de Alzheimer después de los 65 años que los que tenían altos niveles de esta molécula. Es decir, tener altos niveles de colesterol bueno parece proteger contra la enfermedad de Alzheimer. El colesterol es una sustancia cerosa compuesta de colesterol bueno y malo, y de triglicéridos que se encuentra en el torrente sanguíneo. Más del 50% de la población adulta, en países industrializados de occidente, tiene altos niveles de colesterol malo. Existen formas de incrementar los niveles de HDL como perder peso (si hay sobrepeso), la práctica de ejercicio aeróbico y una alimentación saludable.