Levante-EMV, Berlin

Si usted es una de esas personas que hablan con sus plantas, puede alegrarse, ya que recientes estudios demuestran que las plantas también pueden comunicarse. No con sus dueños, pero sí con sus enemigos. Hasta pueden llamar a los enemigos de sus enemigos en su ayuda.

Científicos del Instituto Max Planck de Química Ecológica Química de Jena siguen las huellas del lenguaje del tabaco silvestre para comprender mejor cómo se defienden de los insectos que la atacan, a fin de copiar este método y ayudar así a mejorar los cultivos.

Hace ya 20 años que el investigador Ian Baldwin es algo sí como «el hombre que susurra a las plantas». El director del Instituto Max Planck de Química Ecológica escucha el grito de la salvia y el pedido de ayuda de las habas. Según él, «las plantas tienen diferentes temas de conversación. A menudo se comunican acerca del ataque de insectos».

Todo en ellas es comunicación y estrategia evolutiva: las espinas, o la picazón producida por sus hojas. Los mensajes bioquímicos y sus signos son la suma de potentes sustancias tóxicas y aromas. Algunas desarrollan hasta cien vocablos. Hasta ahora se han estudiado más de 200 mil sustancias vegetales naturales. «A través de los olores las plantas generan e intercambian complejos mensajes con información sobre las plagas que las atacan», explica el experto.

Baldwin y su equipo decodificaron la información utilizando un aparato que imita a las larvas causando agujeros en las hojas de una planta de tomate. El aire contenido en el recipiente en el que se encuentra la planta de tomate es absorbido y analizado por un espectómetro. El aparato muestra el refinamiento conque reaccionan los vegetales a los diversos ataques. «El organismo vegetal entra en un caos total y casi perece. Luego se repone gracias a una reacción finamente orquestada que desemboca en un pedido de auxilio», dice Baldwin.

Se trata de sustancias semejantes a hormonas, veinte veces más eficaces que las producidas por los insectos, y que recorren toda la planta en cuestión de minutos. Lo que sorprende es que el camino que siguen las señales son similares, químicamente hablando, a los procesos que se producen en el cuerpo humano durante una infección. Las llamadas fitohormonas tienen el mismo papel que las hormonas que liberan los tejidos humanos y originan dolor para llamar la atención sobre una inflamación.

En circunstancias normales, una planta produce alrededor de 50 sustancias, y, sometida a estrés, muchas más. La emisión global de «etileno», una fitohormona, llega a los 70 millones de toneladas anuales. El «etileno» regula funciones como el crecimiento, la maduración de frutos y el envejecimiento en las plantas.

Los vegetales no sólo expresan que están heridos, sino también de qué modo. El tabaco silvestre produce mensajes químicos a granel para defenderse, y Baldwin la utiliza en experimentos para mejorar la defensa de los cultivos. Los vegetales cuentan con innumerables trucos defensivos ante los predadores, y el objetivo del proyecto es llegar a transferir la información a nivel genético a otras plantas con defensas menos eficaces, como los cultivos de trigo o tomate, enseñarles a hablar correctamente y entrenarlas en la lucha por su supervivencia.