Esta conclusión la ha obtenido un grupo de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) tras analizar un fragmento del gen TAS2R38 -que codifica la percepción de la amargura en los humanos modernos- en un individuo neandertal del yacimiento de El Sidrón, en Asturias, según ha informado el CSIC.

El individuo analizado tenía la variante causante de la no percepción del sabor amargo en una copia del gen, pero no en la otra, "lo que significa que era capaz de notar el gusto amargo, pero menos" con lo que necesitaría más cantidad de sustancia para percibir su amargura, según el investigador Carles Lalueza Fox.

Los compuestos que causan el sabor amargo están presentes en muchos vegetales, como el brócoli, la col, las coles de Bruselas, las endivias o algunas frutas y pueden ser tóxicos si se ingieren en grandes cantidades por lo que es difícil entender la existencia evolutiva de individuos que no pueden notarlos.

"La existencia de individuos que no perciben el sabor amargo es un misterio desde el punto de vista evolutivo. Quizás podría explicarse por algún efecto selectivo que confiriera a los no gustadores alguna ventaja, como detectar algún otro compuesto todavía no identificado, pero aún no lo sabemos", según Lalueza.

La variación en la percepción del gusto amargo se descubrió en 1931, cuando Arthur L. Fox, un trabajador químico de la multinacional Pont de Neumours and Company (Estados Unidos), sintetizaba un compuesto llamado feniltiocarbamida (PTC) y éste se volatilizó accidentalmente en el laboratorio.

Uno de sus colegas advirtió de lo amargo que era mientras Fox no notaba nada y una encuesta entre los empleados mostró que había gustadores y no gustadores y estudios posteriores demostraron que el 30 por ciento de los humanos no percibe el sabor amargo.

Los individuos con una determinada clase de aminoácido en las dos copias del gen en la posición 49 siempre son no gustadores y aquellos que la presentan en una de las dos copias del gen, como el neandertal de El Sidrón, pueden percibir el sabor, pero menos.

El yacimiento asturiano, en el que se realizan excavaciones desde 2000, ha permitido recuperar hasta la fecha cerca de 1.600 restos óseos de, al menos, diez individuos neandertales.

El genoma mitocondrial de uno de ellos permitió conocer que el antepasado común materno de todos los genomas mitocondriales neandertales vivió hace sólo 110.000 años, por lo que sería más reciente que la de los humanos modernos, que los investigadores sitúan en África hace 150.000.