Indonesia, el tercer país más contaminante del mundo, se ha marcado el objetivo de reducir un mediante la protección de sus selvas, amenazadas por las empresas madereras y la extensión de los cultivos.

El Consejo Nacional sobre el Cambio Climático (DNPI) ha elaborado un informe que calcula que la reducción de la tala y la lucha contra la degradación de los bosques y turberas, unos peculiares ecosistemas ricos en carbón, podrían evitar el lanzamiento de 1.800 millones de toneladas de CO2 a lo largo de dos décadas, el cincuenta por ciento de las emisiones previstas para este período.

La destrucción de bosques y turberas es la principal fuente de contaminación del país, por encima de los sectores agrario, energético, el transporte y la construcción, según la hoja de ruta elaborada por el organismo estatal.

"Indonesia emite unas diez toneladas de CO2 por persona y año, una tasa similar a la de los países europeos. La mayor parte se debe a la deforestación y la destrucción de turberas. Es un problema muy serio", explicó a Efe Bustar Maitar, responsable de las campañas forestales de Greenpeace en Indonesia.

El documento del Gobierno sugiere una batería de 150 medidas para lograr el objetivo, de las que 120 se concentran en los sectores forestal y agrario.

Con este informe, que no es vinculante, el Ejecutivo indonesio persigue trazar las líneas maestras de las futuras actuaciones del Gobierno, que tomará posesión de su cargo en las próximas semanas, según los expertos.

"Esto aportará una guía al Ministerio de Medio Ambiente para continuar en esta senda y favorecer la tendencia global hacia un crecimiento bajo en emisiones de dióxido de carbono", aseguró el ministro Rachmat Witoelar.

Otro de los objetivos del informe es el de llamar la atención sobre el problema medioambiental de Indonesia, con la intención de que los países desarrollados se impliquen técnica y financieramente.

El Gobierno indonesio calcula que el coste de poner en práctica esta hoja de ruta podría alcanzar los 32.000 millones de dólares (22.535 millones de euros).

Los ecologistas han acogido el documento con cierta frialdad, y alegan que adolece de propuestas concretas y recomendaciones.

Bustar Maitar, de Greenpeace, señaló que el diagnóstico sobre la situación medioambiental le parece "correcto", pero criticó la falta de "compromisos" en la reducción de emisiones.

Subrayó que el recién reelegido presidente del país, Susilo Bambang Yudhoyono, ya anunció el año pasado profundas reducciones en el volumen de gases contaminantes, una promesa que no se ha materializado.

"En primer lugar, hay que detener la expansión de las plantaciones de aceite de palma en las turberas. Luego, hay que frenar las concesiones forestales", explicó Bustar Maitar.

Indonesia padeció la mayor tasa de deforestación del mundo entre 2000 y 2006, con 1,1 millones de hectáreas de bosque perdidas al año, el equivalente a unos 125 campos de fútbol a la hora; aunque, desde entonces, el ritmo de destrucción se ha ralentizado.

Cerca de la mitad de las 180 millones de hectáreas de tierra que componen la superficie de Indonesia están cubiertas por bosques, lo que le convierte en el tercer país del mundo por extensión forestal, tras Brasil y el Congo.