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A Carolina Duart siempre le sedujo la biología. Le interesaba especialmente el estudio de las células madre y tras completar la licenciatura en la Universidad de Valencia decidió lanzarse al mundo de la investigación. Pero al igual que los planetas, la vida también da muchas vueltas y de estudiar las células clave para el desarrollo del cuerpo humano ha pasado a volcar todos sus conocimientos en el análisis de las posibilidades de otra forma de vida, la extraterrestre. Y qué mejor lugar para hacerlo que la agencia aeroespacial norteamericana, la NASA, inmersa en plena carrera por conocer si hay vida en Marte.

Desde hace nueve meses esta joven, nacida en Benifaió en 1985, trabaja en un instituto financiado por la propia NASA, el denominado SETI (Search for Extraterrestrial Intelligence Institute), un centro de estudio dedicado a la búsqueda de vida inteligente fuera de nuestro planeta. Allí, en los laboratorios del SETI, Carolina Duart estudia los límites de la vida tal y como la conocemos en la Tierra. En concreto, el equipo del que forma parte "busca donde está la tolerancia para la vida. Eso nos da una idea de en qué zonas podemos buscar vida en otros planetas, como en Marte, y lo hacemos viendo si en esos lugares se dan las condiciones para esa tolerancia", explica Duart, que actualmente reside en California. "Nosotros trabajamos con bacterias que soportan temperaturas bajo cero y estudiamos su ADN", explica la bióloga de Benifaió.

Pero el contrato de trabajo de Carolina expira en diciembre porque el visado para residir en aquel país sólo tiene un año de validez. Así que la bióloga de Benifaió se plantea seguir su formación académica el próximo año a través de algún master o estudios de doctorado, pero sin dejar de lado la investigación, un trabajo que le apasiona. "Me atrae investigar la posibilidad de vida en otros planetas y espero seguir haciéndolo", subraya la científica ribereña.

"Una experiencia inolvidable"

"Está siendo una experiencia inolvidable porque en los laboratorios de la NASA hay grandes profesionales y me ha servido para aprender mucho y también para abrir la mente. Mi objetivo era seguir estudiando con células madre, pero por circunstancias he acabado metida en algo tan hermoso y apasionante como la posibilidad de que exista vida en otros planetas y eso me ha hecho ver las cosas de otro modo", añade.

El salto de Valencia a Estados Unidos fue posible a través de una beca de seis meses de la fundación de la Universidad de la Rioja que le concedieron las pasadas navidades. Cuando expiró, a las puertas del verano, el SETI le dio la oportunidad de seguir seis meses más. El contrato concluye en diciembre y Carolina no quiere volver porque ni la distancia, ni el idioma han sido un impedimento para su aclimatación, explica.