?Son la tres y media de la tarde del 22 de septiembre de 1909. Suena la música de la banda municipal y los novilleros Agustín Dauder y Francisco Vila Rubio comienzan a hacer el paseillo de la corrida que inaugura la plaza de toros de Chelva. El esfuerzo de un puñado de aficionados toma cuerpo. La plaza de toros de Chelva ya es una realidad.

El próximo martes, el coso de la capital de Los Serranos cumple cien años y, aunque se mantiene en pie con los achaques propios de la edad, ahora su actividad es más bien escasa.

El proyecto de un coso taurino en la capital de Los Serranos surgió de la cabeza de su alcalde José Roger Solaz. En aquella época, Chelva estaba de moda. Por una parte la economía del pueblo iba viento en popa y su feria era un claro ejemplo. Un certamen cuyas actividades, como la ganadería, la agricultura o manifestaciones culturales y religiosas, necesitaban de un recinto en condiciones que las pudiera albergar.

A principios del siglo XX Chelva tenía unos 6.000 habitantes -frente a los 1.800 que tiene ahora- por lo que destaca poderosamente que el aforo de la plaza fuera de 3.000 espectadores. No es baladí que la capital de Los Serranos tuviera una plaza de toros, un lujo que sólo estaba al alcance de Valencia, Requena, Utiel, Xàtiva y Bocairent.

Había dos cosas prioritarias: la ubicación y la financiación. para la primera no hubo muchos problemas, se encontró un solar en las afueras de Chelva. Para lo segundo se contó con el entusiasmo mostrado por la idea desde el primer día. Se lanzaron 500 acciones de 25 euros cada una para recaudar las 12.500 pesetas que se necesitaban para comenzar a construir la plaza de toros. Pero este dinero no fue suficiente para acabar las obras. El dueño del solar donde se ubica el recinto decidió donarlo y las 7.612,70 pesetas que faltaban para concluir los trabajos las pusieron cuatro adinerados vecinos de Chelva. Como contraprestación se les regaló unos palcos, cuyos derechos de propiedad han pasado de generación en generación hasta nuestros días.

El proyecto fue encargado a Javier Mares y fueron muchos los vecinos que se pusieron manos a la obra para levantar el edificio. En un año el sueño se había convertido en una realidad.

Aquella tarde del 22 de septiembre de 1909 pasó a la historia. Pese a que las entradas eran caras -la localidad de sombra costaba tres pesetas cuando un sueldo medio de la época no pasaba de las 75 pesetas- en la plaza no cabía un alma. La tarde fue triunfal para los novilleros valencianos Agustín Dauder y Francisco Villa Rubio, que se las tuvieron tiesas con astados de la ganadería de Rufo Serrano.

A partir de ahí, luces y sombras. En total, y que haya constancia, se han celebrado 125 festejos: 18 corridas, 11 novilladas con picadores y 55 sin picadores, dos corridas de rejones, cuatro concursos de recortadores, 26 espectáculos cómico taurinos y nueve festivales, aunque la cifra puede ser mayor porque no existe una documentación exhaustiva.

En 2006 se organizó la última corrida de toros con José Calvo, Tomás Sánchez y Raúl Cuadrado como espadas. Este verano hubo un espectáculo de rejones. En 1975, según cuenta la revista La Fénix Troyana, que recientemente ha publicado un suplemento sobre este centenario, la Guardia Civil acabó a tiro limpio con un morlaco.

Por el albero de Chelva han pasado toreros como Emilio Muñoz, Tomás Campuzano, El Soro, El Cordobés, José Calvo, Ricardo de Fabra, Santiago López, Julián García o Cristina Sánchez y rejoneadores como Javier Buendia, Antonio Correas, Ángel Peralta o Antonio Ignacio Vargas. En 1986 la plaza vivió un día importante con la transmisión de una novillada por Televisión Española.

Y también ha habido situaciones curiosas. En 1991 el diestro Paco Duarte se negó a matar el primero de sus toros... el día de su alternativa. Paralizado por el miedo, el portugués dio dos mantazos y se refugió en el burladero.