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Las inundaciones que en los últimos días han afectado a la comarca han vuelto a poner en evidencia la imprevisión con la que muchas veces actúan las administraciones a la hora de construir infraestructuras públicas en una comarca tan vulnerable a las lluvias torrenciales como la Ribera.

La inundación del instituto de Carcaixent o de la nueva estación de ferrocarril l'Ènova-Manuel, obras inauguradas hace apenas unos meses, son paradigma de la muchas veces ineficaz gestión en el diseño o ubicación de las obras públicas. Esa actuación es una constante en la Ribera, bien por parte de los ayuntamientos que no alertan a otras administraciones, la autonómica o la estatal, o por obviar el peligro de construir en unas zonas que después se muestran indefensas ante la fuerza del agua. Carcaixent es un caso palmario. Es una de las ciudades que con mayor dureza ha sufrido el embate de las aguas. Sin embargo, a pesar de los antecedentes, algunos de los más graves aún muy recientes en la memoria de la ciudad, el nuevo instituto se construyó en medio de una torrentera que canaliza las aguas que bajan de la montaña de la urbanización San Blas.

Otro ejemplo clamoroso, esta vez por el retraso en dar una solución, es el de la pedanía de Cogullada, también en Carcaixent, que sufre inundaciones casi cada año sin que se haya puesto remedio. Ayer, la alcaldesa de Carcaixent, Lola Botella, preguntada por ello, aseguró ayer que el caso de Cogullada es recurrente porque se encuentra "en una zona muy baja. Lo único que nosotros hemos podido hacer es una acera de emergencia para que cuando haya necesidad de entrar alimentos a ambulancias poder hacerlo. Pero evitar que el agua vaya a las zonas más bajas de Carcaixent, eso nosotros aún no sabemos hacerlo", añadió Botella.

Tampoco ha resistido el primer temporal la estación de ferrocarril de l'Ènova-Manuel, cuyo aparcamiento y el paso subterráneo se inundaron el lunes mientras el agua entraba varios centímetros en el edificio central. Los colectores se demostraron insuficientes ante la cantidad de agua. La estación se abrió en julio. Otro caso similar es el de las obras del centro comercial Vilella. El solar ha vuelto a inundarse por completo cuando la ampliación del barranco está prácticamente culminada. En Alzira también es inunda de forma cíclica la carretera de Albalat, por la que se accede a uno de los principales polígonos, sin que llegue la solución, que pasa por encauzar definitivamente el barranco de la Murta.

El río Xúquer llegó a registrar un caudal máximo de 306 metros cúbicos por segundo en la desembocadura de Cullera. El registro máximo se produjo a las 5 de la mañana del martes. El día anterior a la misma hora el caudal era de 44 metros cúbicos y dos días antes de 10. Las lluvias de la pasada semana elevaron las aportaciones a 60 metros cúbicos, pero esta semana se han multiplicado por cinco.

El Xúquer y sus afluentes, que se desbordaron entre el lunes y el martes, recuperaron ayer la calma tras la tempestad de los últimos días. Con ello, la comarca recobró la normalidad y todos los colegios reabrieron sus puertas. Algunos caminos rurales seguían cerrados en las poblaciones más afectadas por el temporal, pero se reabrieron al tráfico las 7 vías secundarias cerradas.