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Difícil solución tiene la queja presentada por un vecino de Algemesí por el repique de las campanas. Difícil porque los "volteos extraordinarios y prolongados" de los que este algemesinense abomina son el "Repic de la Xerivia", el toque más emblemático de la ya de por sí emblemática Festa de la Mare de Déu de la Salut, con una antigüedad de más de 300 años . Las reclamaciones por el ruido se atreven ya con arraigadas costumbre y usos tan populares que parece imposible poder ir contra ellos. El respeto a la tradición contra el respeto al descanso; con la particularidad de que la queja de este vecino es la única registrada en el ayuntamiento contra los repiques de las campanas.

El Síndic de Greuges, José Cholbi, se hizo eco de la queja presentada por este algemesinense, que vive a 200 metros del campanario de la Basílica de Sant Jaume, epicentro de las fiestas de Algemesí, y ha sugerido al consistorio que efectúe una medición sonométrica en el interior de la vivienda del autor de la queja cuando las campanas volteen "en su máxima intensidad" y, si supera los niveles máximos, que adopte medidas para paliar o minorar la reiteración, duración e intensidad del volteo.

"Mi queja no se corresponde ni con las señales horarias del reloj del campanario, ni con los toques ordinarios [...], ni tan siquiera con los extraordinarios moderados en horario diurno. Pero sí con los volteos extraordinarios y prolongados [...]", expone el vecino en su queja ante el defensor. Analizada la reclamación por los técnicos municipales, deducen que los volteos cuestionados son los de la Nit del Retorn, la única en el año en que las campanas voltean de forma continuada. "Mucha gente respeta esta fiesta y la quiere", contesta el concejal de Medio Ambiente, Antonio Saá. "Hay que apelar a la tradición y a otros valores culturales y sociales y, también, a la paciencia del vecino, para conjugar descanso y fiesta".

El consistorio se ha comprometido a realizar mediciones acústicas en el domicilio del afectado para comprobar si existe contaminación acústica pero, después de esto, todo queda en una nebulosa. "Es la noche más significativa de la fiesta de Algemesí", se excusa Saá, quien además aduce que "cuando este señor se mudó a vivir a su actual domicilio sabía que la Basílica estaba a sólo 200 metros y conocía las tradiciones de este pueblo".