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Juan Isidro Borràs estuvo a un paso de encontrar la muerte tras la Guerra Civil, encerrado en prisión. Hoy, a sus noventa años, ha servido de inspiración a Guillem Tena Vidal, un joven de 17 años, para escribir "Petjades d'una guerra 1936-2009". Juan Isidro Borràs, el Tío Sant Antoni nació en Forcall, pueblo en el que pasa las vacaciones Guillem Tena Vidal y de donde desciende su padre. Además del Tío Sant Antoni, Ángel, el tío Julio, el tío Sebastià, la tía Victòria, la tía Pilar, el tío Antón, la iaia Manuela, Tino, Pilarín d'En Riera, Juanita Carceller y Enrique Fuster son los protagonistas de una historia real que supera cualquier ficción cinematográfica que se pueda imaginar sobre la República, el golpe de Estado franquista y la posterior represión.

La historia de Juan Isidro Borràs, relatada por Guillem se centra en un joven de su misma edad que en 1938 marchó como voluntario en el Ejército Republicano. Los testimonios, recogidos en primera persona, muestran la dureza de unos días en los que el hilo entre la vida y la muerte era más estrecho que nunca. El Tío Sant Antoni llegó a estar condenado a muerte y finalmente consiguió salvarse del fusil.

El relato de Guillem ha formado parte del trabajo de investigación de final de Bachillerato. La investigación relata cómo en aquellos pueblos el alcalde era quien firmaba los billetes de moneda propia. Fue el caso de Villores. En Els Ports, pese a la separación ideológica, el alcalde hizo lo posible para evitar que fusilasen a sus convecinos, fruto de la represión ideológica. Así lo relatan la hija y la nieta del edil republicano de Villores. Hizo todo lo posible para que ni un solo vecino pasara por las armas. Una comida sirvió para convencer a los cargos de Benicarló y mantener la paz en el pueblo. Detalles que, sin estos testimonios, se habrían olvidado.

Tras la guerra, cuenta Juan Isidro Borràs cómo le anunciaron que no pasaría precipitadamente al otro mundo: "Le felicito a usted, le han quitado la pena de muerte" le espetaron y él respondió "¡Coño!". Relata cómo "Ése día fue el de más alegría de mi vida porque veía la muerte de cara. Me llevaban al lugar que me mataban, a cualquiera asustaba". Testimonios como éste llevan a Guillem Tena a manifestar que "no tenía ni idea cómo fue la guerra, pero no me esperaba que me explicaran la cosas que me han contado".

La investigación llevada a cabo por el joven ha abierto las puertas a testimonios inéditos sobre la vida en Villores y Forcall durante los años de la República, el conflicto civil y la postguerra. Villores era un pueblo dedicado a la elaboración de "espardenyes", una costumbre que todavía pervive de manera testimonial. Los vecinos bastante tenían con conseguir lo suficiente para comer todos los días.

A través de "Petjades de la Guerra" se conocen más detalles sobre cómo el padre de Enrique Fuster firmaba los billetes en su propia casa. También las sensaciones y sentimientos que vivieron los vecinos de Villores cuando todas las calles estaban ocupadas por las tropas franquistas. Las masías fueron refugio para muchos vecinos y también sirvieron para esconder comida. El ingenio de vecinos como el Tío Julio que escondió botas de vino permitió garantizar la subsistencia durante estos días. La miseria aparece relatada en más de cien páginas.

Además de las vivencias de Villores "Petjades d'Una Guerra" aporta nuevas luces sobre cómo se vivió la guerra en Forcall, Cinctorres, Vilafranca, Cabanes o Castelló. Las experiencias relatadas por los diferentes testimonios permiten esbozar en qué condiciones se producían los combates y los avances de las tropas. La solidaridad en la prisión y el ingenio para salir con vida en el medio del frente, la estancia en campos de concentración... Los castigos y venganzas y la resistencia de todos los que consiguieron sobrevivir para contarlo y dejarlo como huella en la letra escrita por Guillem Tena Vidal. Los que aparecen en el libro se sienten identificados, emocionados y reconocidos al verse reflejados en estas páginas.