Peña Ramiro

alcublas

El tribunal de La Salva comenzó a resolver conflictos antes del siglo XVII. La Salva era presidida por el justicia o regidor mayor de la villa y con el paso de los años pasó a ocupar dicho cargo el presidente de la Cámara Agraria.

La lucha de intereses entre agricultores y ganaderos es un hecho histórico en la gran mayoría de las comarcas. Siempre han existido estos problemas. En Alcublas, pueblo con una gran tradición ganadera, estos conflictos eran habituales. En los primeros años del siglo pasado existían más de 150 pastores desarrollando una importante actividad ganadera en la localidad. Con el paso de los años, el número disminuyó, llegando a ser unos cincuenta en la década de los setenta. Al tratarse de un municipio con un escaso término, debían cruzarlo para que sus animales pastasen en los lindantes de Jérica, Sacañet, Andilla y Altura. Semejante número de pastores, con sus consiguientes cabezas de ganado, originaron enfrentamientos con los agricultores.

Entonces, todo estaba bien reglado: los campos de cultivo se marcaban con mojonadas, que eran piedras de buen tamaño pintadas con cal que indicaban la prohibición de entrada del ganado. En los campos con vides a las que se les ataban unas cañas altas que señalaban al pastor que no debía entrar con su ganado.

Por otra parte, para delimitar las lindes entre las propiedades agrícolas, se empleaban las hitas, unas piedras altas que cumplían la función de marcadores territoriales. Pero ¿quién vigilaba el cumplimiento de estas normas? Para ello se creó la figura del veedor. Existían dos, uno defendía los derechos de los ganaderos y el otro el de los agricultores. Visitaban conjuntamente los campos y negociaban, pactando la multa o indemnización.

Reunión mensual

La Salva se reunía con carácter mensual y a ella asistían exclusivamente los ganaderos que, conjuntamente con veedores y el presidente de la institución llegaban al acuerdo económico correspondiente.

No siempre imperaba la cordialidad. Cuando los veedores conocían la identidad del ganadero infractor, la cosa era mucho más sencilla. Pero en ocasiones no había testigos directos y ningún pastor asumía los daños causados. En estos casos, los veedores acordaban con el presidente de La Salva que todos los ganaderos que frecuentaban con sus rebaños la partida en cuestión, debían hacer frente a los gastos ocasionados.

En los conflictos en los que no habían testigos era preciso iniciar algún tipo de investigación. Si un pastor afirmaba que su ganado no había pastado en un determinado bancal, negando la acusación del agricultor, el veedor lo comprobaba de una manera muy sencilla. Si el rebaño había pastado anteriormente en el bancal, volvía a hacerlo. Si no era así, el ganado nunca rebasaba la linde. Una forma muy curiosa de encontrar al infractor.

La Salva es una forma ya extinguida de administrar justicia. Se utilizaba un procedimiento rápido, oral, directo y sin derecho de apelación. Los conflictos se resolvían con las palabras. Se buscaban mediadores, para que las soluciones fuesen justas y asumidas por todas las partes.

Las palabras tenían mucho valor, todo su valor. Se podría hacer un símil con el Tribunal de las Aguas de la Vega Valenciana, declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. Lamentablemente, el descenso de la actividad ganadera en Alcublas y el cambio en el estilo de vida llevó a la desaparición de La Salva hace ya más de treinta años.