Hace menos de un año se jubiló en Alcublas el penúltimo pastor. Joaquín, Chicharra, dejó este oficio al borde de su extinción: es la crónica de una muerte anunciada. Ha cumplido ya los 65 años. Se fue con tristeza, aunque dice que "es un buen empleo. Con las ayudas estatales es rentable criar ovejas". Pero se lamenta de la falta de interés de los jóvenes en mantener este oficio, "que requiere muchas horas de trabajo todos los días del año, sin fiestas ni vacaciones".

A principios del siglo XX más de la mitad de la población de Alcublas tenía ovejas y cabras en mayor o menor cuantía y multitud de familias vivían exclusivamente de esta actividad. La guerra la frenó en seco, pero durante la posguerra se recuperó considerablemente, no tanto en número de pastores como en cabezas.

José Manuel Jorge Orrios es el último pastor del municipio. Es propietario de 280 ovejas y dos cabras. Cada día del año, sale con sus ovejas a pastorear dado que los piensos son muy caros y los pastos en Alcublas suelen ser en ocasiones abundantes y proporcionan una alimentación más sana.

En verano, cuando escasean los pastos cercanos, se aleja más del pueblo y se ve obligado a pernoctar con las ovejas para que no se metan en los sembrados. Cuando José Manuel diga basta, desaparecerá el último pastor.

Y los perros pastores, como Lola, Paco y Brenda (los ayudantes de José) también se quedarán sin oficio. Lástima que en las ciudades ni el recuerdo ni el olor de sus dueños sobre el asfalto les conducirá hasta ellos.