"En tierra de nadie". Así dicen estar los vecinos de Millares, una localidad de la Canal de Navarrés que se caracteriza por una complicada comunicación por carretera con los grandes núcleos urbanos. Su situación geográfica, en medio de las montañas del Caroig, complica la vida de sus vecinos, que se ven sometidos a una asignación de los servicios básicos (institutos, hospitales, partidos judiciales) repartida por diferentes ciudades y pueblos de alrededor, acentuando su marginación.

A la incomunicación crónica se le añade un problema de crisis productiva. Una combinación cuyo resultado no es otro que la pérdida continuada de habitantes. La sangría se ha visto agudizada desde que la crisis del sector de la cunicultura arrasara 21 de las granjas de conejos que la localidad mantenía a principios de siglo. Hoy, tan sólo tres sobreviven a duras penas. Una situación que se ha cobrado ya más de 500 habitantes desde los años 90. De los 800 censados entonces han pasado a unos 300.

La apuesta por las granjas de conejos vino a ser una respuesta al cierre de la fábrica de tejidos que los hermanos Sáez Merino instalaron en 1940. Rebautizada como Tavex más adelante, su clausura en 1992 supuso el despido de 200 empleados, todos vecinos del municipio. En aquel contexto, las granjas se presentaron como una oportunidad de futuro para los desempleados, dada la alta rentabilidad . Su número creció exponencialmente y Millares se convirtió en uno de los máximos productores del sector en la Comunitat Valenciana.

"El Estado dio muchas subvenciones a aquellos que querían abrir granjas y los precios de la carne de conejo se abarataron mucho", explica Francisco Carretero, uno de los cunicultores con más experiencia de la localidad. Comenzó su actividad en 1986, junto a su mujer, y poseía una granja con 1.200 hembras, lo que le daba para mantener hasta siete empleados durante los veranos. Pero el auge se frenó en 2002, cuando la excesiva producción de cabezas de conejo terminó generando una grave crisis. Desde entonces, el sector no levanta cabeza. Otra crisis, en 2007, asociada a un fuerte encarecimiento de los precios de las materias primas, terminó por rematar las expectativas generadas previamente.

El propio Carretero explica que se vio obligado a cerrar ante la avalancha de deudas que se le presentaban. "Después de 20 años en esto, jamás pensé que podía ir a la quiebra. Las cosas me iban bien, tenía pensado incluso hacer una ampliación de la granja. Y de repente, me vi con una deuda de 50.000 euros con el banco, imposible de afrontar".

Veintiún granjeros le siguieron los pasos y echaron también el cierre. En Millares se escenifica el drama de la cunicultura en la C. Valenciana, donde el 25% de granjas ha tenido que cerrar en los últimos años.