Una operaria de la brigadilla de la limpieza de Albaida es la cuarta víctima conocida de la plaga de ratas que sufre la localidad. Las tres anteriores -en este caso, víctimas mortales- fueron dos tortugas galápago y un ejemplar de agaporni que fueron devorados en una vivienda del municipio. Esta vez, rata mordió en un dedo a la empleada municipal en un solar cercano al calvario de Albaida. Al parecer, el roedor habría salido del interior del sillón abandonado en el que resguardaba sus crías, extremo que no ha podido ser confirmado, pero que es una de las versiones ofrecidas por personas próximas a la herida, que ha preferido mantener el anonimato.

Fuentes sanitarias han confirmado que la trabajadora mordida por una rata fue atendida por un médico y una enfermera en el centro de salud de Albaida, donde fue curada de la herida. Posteriormente, le fue inyectada la vacuna antitetánica y se le suministró protección antibiótica. Las mismas fuentes han explicado que la paciente fue citada al día siguiente para observar su evolución y que ésta ha sido positiva. El caso ha sido puesto en conocimiento de Salud Pública para su seguimiento, como establece el protocolo para las mordeduras de animales a personas y más en los casos de especies silvestres, que son de declaración obligatoria.

La proliferación de ratas en el núcleo urbano de Albaida es comentario habitual en las calles de la localidad, en especial, en aquelas cercanas a parques públicos o a descampados. La parte antigua de la ciudad, en concreto, cerca de la Glorieta, y en el ensanche, en la Fira, los vecinos aseguran estar cansados de toparse con ratas de un tamaña considerable, sobre todo, por las noches y a primeras horas del días.

Interrumpió una procesión

El problema, por parte del equipo de gobierno de Albaida se ha tratado de minimizar reiteradamente, emergió este verano cuando se tuvo que interrumpir la procesión nocturna de la Virgen de la Asunción al aparecer una rata en mitad del desfile. El roedor pasó entre las piernas de las autoridades municipales hasta que llegó a la altura de a banda de música, donde uno de sus componente pateó a la rata, que acabó huyendo por la calle San Francisco.