A los habitantes de Emperador se les llama "venteros", quizá porque el origen de este pequeño pueblo de l'Horta Nord (ahora tiene unos 580 habitantes) es una venta en la que solían descansar los peregrinos que iban de romería de Valencia al Puig para visitar el santuario de Santa María. El nombre del pueblo no tiene ningún origen imperial sino burgués, ya que fue un acaudalado comerciante valenciano llamado Agustín Emperador el que en el siglo XVIII construyó allí una fábrica de aguardientes y unos talleres para tejer lonas que aprovechaban las embarcaciones veleras de las playas próximas.

Junto a la fábrica y talleres, Agustín Emperador levantó varias casas para sus trabajadores, un palacio para él y una ermita para rezar. En 1778 consiguió que se le concediese como señorío este conjunto residencia e industrial ante la oposición de Museros, hasta entonces dueño de estas tierras. Se puede decir que así nació Emperador como municipio independiente. Y así fue durante 200 años. Curiosamente, el mismo año en el que el resto de españoles recobraban oficialmente su libertad, los habitantes de Emperador perdían la suya. En 1978, el Ayuntamiento de Museros pidió al Consejo de Ministros que presidía Adolfo Suárez que volviesen a su término las poco más de 60 casas que formaban el pequeño Emperador. La antigua "metrópoli" justificaba la anexión en que el pueblo vecino tenía muy pocos habitantes y no podía valerse por sí mismo.

El gobierno local de Emperador apenas se enteró de estas maniobras. "Nosotros no íbamos nunca por Museros -recordaba por entonces un "ventero" en Levante-EMV-. Tanto es así que cuando se hizo pública, la petición de integración se colocó en el tablón de anuncios del Ayuntamiento de Museros y casi nadie se enteró". La reacción de la inminente pedanía fue tibia, apenas una carta defendiendo su derecho a la independencia que nada pudo hacer contra el amplio informe en contra.

"Yo por entonces vivía en Andalucía y ese año me volví a Emperador. Cuando llegué mi padre me contó lo que había pasado y que al día siguiente venía el Gobernador para hacer oficial la anexión. Todo el pueblo estaba casi llorando y yo no entendía como nadie había hecho nada para evitarlo".

El que así habla es Francisco Gimeno, el hombre que acabaría presidiendo la primera corporación "re-independiente" y que sería alcalde de Emperador durante más de 20 años. "Al final nos movilizamos. El pueblo salió a la calle y cortamos la carretera. Y conseguimos que el gobernador Pérez Olea nos recibiese en audiencia y nos ofreciera ser una entidad menor. Pero eso no es lo que queríamos".El primer paso para recuperar la independencia fue "infiltrarse" en las filas enemigas. "Negociamos con todos los partidos de Museros para formar parte de sus listas en las elecciones de 1979 -recuerda Gimeno-. Nos aceptó el PSOE y yo iba el tercero. Ese año ganamos".

Como miembro del gobierno, Gimeno logró que Museros no se olvidara de la pedanía. Pero también había que trabajar en los juzgado para lograr la ansiada independencia. Para ello, todos los "venteros" dieron poderes notariales a un grupo de abogados para que les representara y recurriera la anexión ante el Supremo.

Por fin, el 30 de marzo de 1984, este tribunal fallaba a favor de las reivindicaciones del pueblo, anulando el real decreto que le quitó la independencia y acordando la continuación de Emperador como municipio, cosa que ocurrió cuando el 18 de marzo de 1985 se constituyó la Comisión Gestora que gobernó hasta las siguientes elecciones municipales.

La vuelta a la libertad no fue fácil. "No teníamos dinero, ni aceras ni calles asfaltadas y llevábamos seis años sin existir. Joan Lerma, que entonces era presidente de la Generalitat, nos dio tres millones de pesetas y con eso alquilamos un piso y compramos muebles". Pero poco a poco Emperador fue saliendo adelante, creció hasta urbanizar totalmente los apenas 30.000 metros que ocupa y hoy es un pueblo con ayuntamiento, centro social, talleres, gimnasio y dos parques infantiles. 25 años después, Emperador vuelve a tener futuro.