Las obras de reurbanización de la plaza de la Constitució de Dénia van camino de convertirse en un monumental traspié. El rechazo a un proyecto que, según sus críticos, desfigura un espacio urbano centenario y emblemático, crece por momentos. Y hay voces autorizadas. El arqueólogo de Dénia, Josep A. Gisbert, ya se ha desmarcado de unas obras que, a su juicio, responden a "la destrucción, sin mesura, del patrimonio arquitectónico urbano".

En un contundente escrito, Gisbert defiende que la plaza adoptó su configuración actual en el último tercio del siglo XIX y destaca el "parterre academicista" que ahora, con la remodelación, desaparecerá porque se le da tratamiento de barrera arquitectónica.

Las obras, de hecho, no dejan una piedra en su sitio. Al eliminarse los muros perimetrales del parterre también se retirarán los sillares de piedra caliza del Montgó que los coronan. La edil de Ordenación del Territorio, Pepa Font, aclaró ayer que algunos de estos sillares se reutilizarán en la plaza y el resto se catalogará y se empleará en otras obras municipales.

Mientras el arqueólogo municipal advierte de que este proyecto "no respeta, en absoluto, ni la historia ni el patrimonio cultural de este espacio cívico", la concejala de Ordenación del Territorio lo defienden porque significa "adaptar la plaza a las necesidades de 2010". Font dijo que esta remodelación debe ser "un hito" y definir las futuras actuaciones en el centro histórico. También subrayó que la plaza ha evolucionado a lo largo del tiempo y ahora toca "hacerla peatonal y atractiva desde el punto de vista social, comercial y turístico". Defendió que el proyecto no ha cambiado desde que se presentó públicamente en diciembre de 2009 y criticó "el cinismo" de quienes se oponen a las obras ahora que están a punto de comenzar.

Sin embargo, las reticencias no son anecdóticas. También la parroquia de l'Assumpció ha trasladado a la propia Font sus dudas sobre un proyecto que, en lo que respecta a la reurbanización de la plaza del Consell y la actuación en el túnel del castillo, no suscita oposición alguna. Estas obras de remodelación del centro histórico, que forman parte del programa Dénia Futur, tienen un presupuesto de 1,8 millones y están cofinanciadas por la Unión Europea.

El arqueólogo, en su escrito, alude a la contradicción de que el ayuntamiento promueva la protección de cientos de inmuebles del centro histórico y luego "destruya tipologías relevantes de sus espacios urbanos más emblemáticos".

Su llamada de atención ha servido para alentar un debate que ya está en la calle y que molesta al gobierno local (PP e independientes). Solo falta que entren las máquinas en el Panterri (deformación de parterre) para que estas obras, que deben acabarse en seis meses, despierten todavía más suspicacias.