Las últimas lluvias del puente del Pilar han destrozado gran parte del litoral valenciano. El Gobierno destinó en los presupuestos de este año 25,5 millones de euros a la sostenibilidad de la costa. Un dinero que, con el primer temporal, ya se ha perdido. La práctica de la que se sirve el Ministerio de Medio Ambiente para regenerar la costa —a través de la aportación de arena— resulta más que cuestionada. Se está a la búsqueda de nuevas soluciones y, mientras tanto, el Ejecutivo ya ha tenido que aprobar una partida de emergencia cercana a los 3 millones de euros para corregir los daños de las últimas lluvias.

Hasta ahora, los presupuestos del Estado han tenido partidas similares para la protección de la costa valenciana, en el previsto para 2011se reduce en un 43,5% —no porque deje de importarles la costa sino por el recorte generalizado que se ha aplicado a todas las partidas de gasto—. Será de 14,4 millones de euros. Sin embargo, sin algo más de previsión y criterio a la hora de regenerar la costa, el próximo temporal de lluvias, como el que ha sucedido hace unos días, se llevará de nuevo, tal y como vino, la arena de las playas. No es la primera vez que los expertos expresan sus dudas sobre la rentabilidad de la inversión que emplea el ejecutivo para regenerar el litoral. Se denuncia la falta de coordinación y el coste desorbitado de reponer constantemente las playas. Hasta el momento, la Dirección General de Sostenibilidad de la Costa sólo practica el aportar arena al litoral cada vez que la lluvia se la traga.

El ministerio rectifica

El Consejo de Ministros celebrado este viernes ya ha evaluado los daños ocasionados por el temporal en el litoral valenciano y han estimado la pérdida de la arena como el principal problema a resolver. La solución también la han avanzado: reponer la arena en cuanto el tiempo se estabilice. Sin embargo, desde el ejecutivo empiezan a reconocer el «hastío» al comprobar como cada año, los temporales se comen la arena regenerada de las costas y la inversión destinada para ello.

Desde Medio Ambiente ya avanzan el estudio de «diversas fórmulas» que aporten soluciones definitivas aunque habrá que esperar al invierno para comprobar cómo se ejecutan. Mientras tanto, el Gobierno destinará —en concepto de obras de emergencia— más de dos millones de euros para reparaciones en las provincias de Castellón y Valencia y un importe de más de 800.000 euros en la prevención de daños ante la posibilidad de nuevas lluvias torrenciales en la provincia de Alicante. Los trabajos deberán mejorar la capacidad de desagüe de los cauces y evitar inundaciones. Las playas de la Comunitat Valenciana han sufrido serios daños estructurales y el mar, de manera literal, se ha engullido la arena. Las obras aprobadas se acometerán en la Gola de Quartell de Sagunt, en la Torre del Puig, Arbre de Gos en Valencia, la playa de Tavernes de la Valldigna, Piles y Oliva. También, en diversos puntos del litoral castellonense como Peníscola, Almassora, Borriana, Nules, Almenara o Moncofa. Sin embargo, hasta el momento, ninguna de las soluciones prevé la consolidación de la arena ante el azote de nuevos temporales.

«Cada playa es diferente y las medidas para regenerarla, también»

Una fórmula genérica es el aporte generalizado de arena a las playas cada vez que desaparece a causa de un temporal. Sin embargo, no es una solución definitiva porque es inestable y desaparece con facilidad y las partidas económicas que se destinan a ello son muy costosas. En esta premisa, todos —hasta el propio Ministerio de Medio Ambiente— parecen haberse puesto de acuerdo.

Sin embargo, a partir de ahí, empiezan las dudas. Lo que avanzan desde el departamento de Puertos y Costas de la UPV, es «una solución adaptada a cada tramo que se pretenda recuperar», según expone el catedrático José Serra. La primera pauta es un estudio de que analice cada punto de actuación. Esto es, los encauzamientos, si existen, de los ríos, si hay obras de abrigo o se encuentra rígida por la existencia de obras de defensa o son playas abiertas o apoyadas en puertos o muy masificadas urbanísticamente. Deben analizarse también —apunta Serra— si existen cordones dunares o si hay construcciones. Hay que comprobar si sus arenas son estables, ver los depósitos y compararlos con las recesiones y resolver cuáles son los principales riesgos.

Estos datos a grandes rasgos, de cada tramo analizado aportarán el perfil de cada tramo y las soluciones concretas que precisa cada playa para obtener una regeneración progresiva y duradera frente a la continua abrasión que provocan los temporales. «El aporte de arena —precisa Serra— es una medida más, no la única, como también lo es alguna obra a modo de espigón que sea apta.»