Por regla general, saber que uno va a recibir una herencia sin deudas siempre viene bien, y más todavía si se trata de una suma razonable de dinero. Pero pocos negarán que lo mejor de todo el proceso es, efectivamente, recibir el pedacito de pastel. Pues bien, en Ontinyent parece que hambre de tarta, no tienen. El ayuntamiento acaba de proclamar, a título póstumo, Hija predilecta a María Nadal, quien junto a su hermana Carmen, también fallecida, legaron 23,3 millones de euros a tres entidades religiosas de la ciudad.

María Nadal murió en 1978, pero el dinero todavía no ha llegado a Ontinyent. Resulta curioso, como mínimo, que el consistorio reconozca la figura de Nadal, que pensó en Ontinyent a la hora de redactar su testamento, y que sea esta misma ciudad la que no reclame que su deseo se cumpla. "Es una herencia privada", comentó la alcaldesa, Lina Insa en el mes de diciembre.

De hecho, el concejal encargado del expediente para el nombramiento de Hija Predilecta a la última de las hermanas Nadal, Juan Santa Pau, no hace referencia a la herencia. El edil, no obstante, justifica el nombramiento por las "virtudes y méritos de esta gran señora".

En manos del Arzobispado

Curiosidades a un lado, a pesar del deseo de las "senyoretes" Nadal, el dinero no está donde ellas acordaron legarlo. Es decir, a la parroquia de Santa María (20%), la Casa de Ejercicios Espirituales Sant a Ana (10%) y Cáritas Interparroquial (10%).

La herencia, eso sí, está en manos de la institución eclesiástica, pues está en el Arzobispado, pero no en ninguna de las cuentas de las tres entidades religiosas de la ciudad de Ontinyent.

El anterior arzobispo, Agustín García-Gasco, fue quien recibió el capital. Los feligreses, era de esperar, no aprueban la situación. Tanto es así que recogieron unas 2.000 firmas y las presentaron al actual arzobispo, Carlos Osoro, como método de presión para exigir que el dinero vuelva a Ontinyent. La herencia "está al servicio de la gente", explicó Osoro en diciembre pasado durante una visita a la ciudad.

Los feligreses lamentaron el "silencio" de Osoro ante el testamento. Redactaron y enviaron una carta al actual arzobispo porque, a pesar de las "escasas" explicaciones, la respuesta que buscan es: ¿cuál es el paradero de la herencia?