Pilar Ortiz sabe muy bien qué es la paciencia. Cada día está obligada a sortear con su silla de ruedas decenas de obstáculos para poder moverse por la ciudad. Asegura que Algemesí se ha convertido en una especie de campo de minas para las personas con movilidad reducida. Exige más y mejores rampas, que los vehículos no aparquen en los extremos de las aceras y mayor conciencia ciudadana. A sus 50 años lleva más de media vida obligada a armarse de paciencia desde que con 19 años un accidente de tren le seccionó ambas piernas.

Pero la paciencia que ha tenido con el Ayuntamiento de Algemesí es digna de recrear la obra de Beckett "Esperando a Godot". Hace casi tres años presentó una instancia al alcalde, Vicent Ramón García Mont. Era un viernes, 28 de marzo de 2008, cuando le pusieron el cuño del registro. A punto de cumplirse tres años, sigue esperando una respuesta.

En el escrito, Pilar Ortiz, que vive junto al Parque Salvador Castell, asegura que necesita una plaza de estacionamiento "de minusválidos" a la puerta de casa para poder estacionar y subir y bajar con la silla de ruedas del vehículo que la transporte, ya sea el de su marido o un taxi porque ella no conduce. La mujer asegura en su escrito al ayuntamiento que de esa forma no obstaculizaría el tráfico. "Porque he de utilizarlo muchas veces. Yo voy mucho al hospital de la Ribera y siempre tenemos que aparcar en doble fila y es un problema con tanto tráfico poner y quitar la silla de ruedas. No sé porque no me contestan porque creo que tengo derecho a tenerlo", asegura.

La concejal de Seguridad, Quini Giner, dice que el Ayuntamiento de Algemesí elaboró a principios del actual mandato una ordenanza que contemplaba plazas para personas con movilidad reducida, inédita hasta entonces en Algemesí, pero dijo no conocer en detalle el caso de Pilar Ortiz, aunque se comprometió a estudiarlo.