Fernando Martínez es un joven de 26 años que se mueve por Dénia en bicicleta. La incipiente red de carril bici ayuda, aunque el problema es luego estacionar la bicicleta, ya que los aparcabicis son más bien escasos. Todos los días Fernando dejaba a primera hora de la mañana su bicicleta amarrada con una cadena revestida de plástico a un árbol de la avenida Miguel Hernández. Allí le recogen para ir a trabajar. Sin embargo, el martes, cuando regresó a mediodía, su bici no estaba. "Pensé que me la habían robado, pero ví una pegatina de la policía local. La habían retirado".

A partir de ahí, todo fue un poco surrealista. Acudió a la policía local y le dijero que debía pagar 25 euros en el depósito para recuperar la bici. Le explicaron también que se la habían retirado por incumplir la ordenanza de estética urbana. Este joven se ha documentado y ha comprobado que el artículo de esa norma se refiere a "clavar o sujetar con cables o cuertas carteles de publicidad a los árboles". Nada dice de bicicletas. Mientras, la ordenanza municipal de tráfico, que sería la aplicable en este caso, autoriza el estacionamiento de bicicletas en la acera "siempre que no se entorpezca el tránsito de peatones". Su bicicleta estaba en el alcorque del árbol y no molestaba para nada en una acera que tiene tres metros de ancho.

Este joven, que pide además que le devuelvan el candado, que al parecer ha desaparecido, apunta que la policía no le ha entregado ninguna denuncia ni parte que explique qué infracción ha cometido.

Fernando ha descubierto a la fuerza una laguna normativa en Dénia. Él considera que la policía le requiso la bicicleta sin motivo. Argumenta que por atarla con una cadena recubierta de plástico a un árbol no estaba causando tampoco ningún daño al arbolado municipal. "La verdad es que no le veo ningún sentido", resume este joven, que en estos últimos días ha realizado numerosas fotografías de bicicletas atadas a árboles y farolas. Es una práctica extendida, ya que aparcabicis hay más bien pocos.