. La tercera crisis del Partido Popular en menos de dos años ha puesto en la picota al actual alcalde, Faustino Sala, sobre el que planea una moción de censura cuando ni siquiera se han cumplido dos meses de la sesión de investidura.

Casualmente, Sala accedió por primera vez a la alcaldía tras un motín similar de los concejales del PP contra su entonces jefe de filas, Enrique Carpi, que acabó renunciado al cargo a finales de 2009 bajo la amenaza de una moción de censura desde las propias filas del PP. La operación contaba entonces con el beneplácito del partido ante la controvertida gestión de Carpi y los escándalos de su vida personal. Ahora es Sala el que se ve acorralado por sus compañeros de grupo que, si bien eluden pronunciarse sobre la moción de censura que Coalición Valenciana les ha ofrecido públicamente —tampoco nunca lo reconoció el PP en 2009—, han marcado distancias con el alcalde, más aislado que nunca.

El pleno del viernes, en el que los seis concejales críticos votaron con la oposición y rechazaron la dedicación exclusiva de Sala, que no podrá dedicarse de lleno al ayuntamiento como había prometido, fue la primera evidencia pública de una crisis cuyo origen algunas fuentes sitúan incluso en la misma campaña electoral. La propuesta de asignarse un sueldo de 50.722 euros anuales, muy por encima de las recomendaciones de la Federación Valenciana de Municipios, acabó por acentuar el enfrentamiento en el grupo municipal, en el que todos los ediles se han acabado alineando contra el alcalde.

Sala empieza una legislatura del mismo modo que acabó la anterior, sin apenas relación con sus compañeros de grupo y, eso, a pesar de que, salvo Paco Bernal, al que él mismo repescó, el resto son caras nuevas. Cabe recordar que su designación como cabeza de lista ya provocó otra crisis orgánica que acabó con la dimisión de la entonces presidenta local, Isabel Beta, y la disolución de la ejecutiva. La dirección local había elevado al partido una propuesta para que la entonces concejal de Hacienda Mª José Salom fuera la candidata del PP en Alberic, si bien el presidente comarcal, Rafael Soler, a su vez presidente del comité electoral provincial, desoyó esta sugerencia y apostó por el entonces alcalde, Faustino Sala. La renovación en la lista fue total y el candidato apartó a los que habían sido sus compañeros de grupo, con los que apenas mantuvo relación en el último tramo del mandato.

El 22-M las urnas dieron la victoria al PP de Alberic, pero con una mayoría precaria de siete concejales en una corporación de 17. La posibilidad de que una coalición entre CVa, EU-IXA y PSOE mandara al PP a la oposición estuvo sobre la mesa, aunque finalmente el grupo valencianista descartó un acuerdo que le podía haber dado la alcaldía y optó por propiciar que gobernara la lista más votada. El voto de confianza a Sala apenas duró unas semanas. La oposición rechazó en el pleno del 17 de junio la propuesta de dedicación exclusiva ya que consideraba abusivo un salario de casi 51.000 euros, si bien en ese momento Sala ya libraba otra batalla en el seno de su propio grupo, ya que varios concejales le habían manifestado que no estaban dispuestos a aprobar esas retribuciones. La oposición impuso su mayoría para rechazar la liberación de Sala, lo que evitó que se evidenciaran las diferencias en el PP, que se han ido agravando con el paso de las semanas.

Tercera crisis del PP en dos años. Faustino Sala ha empezado el nuevo mandato igual que acabó el anterior, enfrentado a sus compañeros de grupo. El voto de los seis ediles del PP en contra de su dedicación exclusiva ha evidenciado una crisis interna que puede acabar en moción de censura. La oposición está al acecho.La falta de iniciativa de Sala para tomar decisiones en unos casos y la escasa comunicación con los miembros del equipo de gobierno, en otros, han provocado este progresivo distanciamiento hasta la fractura que se evidenció el viernes. Sala quedó sólo. Llevó al pleno de nuevo su dedicación exclusiva sin haberlo consensuado con los concejales del PP y estos optaron por votar en contra. La crisis latente hasta ese momento saltaba a la luz de una forma que difícilmente puede tener marcha atrás. Al menos tres de los cuatro grupos de la oposición se muestran dispuestos a apoyar una moción de censura.