Al menos setenta socios de la cooperativa agrícola Cosiva de Simat de la Valldigna se han rascado el bolsillo aportando 20 euros para contratar a un abogado y pedir responsabilidades a la Junta Rectora por el cierre de esta empresa que ha dejado a sus cerca de trescientos socios sin cobrar la cosecha de naranjas del año pasado.

Durante meses los rectores de Cosiva han intentado reflotar la actividad y evitar el cierre, pero el pasado 13 de diciembre un juzgado de lo mercantil de Valencia declaró la apertura del concurso de acreedores. Cosiva tiene deudas pendientes por valor de 3,7 millones de euros y no ha sido posible encontrar la fórmula para seguir trabajando. «Queremos saber qué ha pasado, recuperar algo del dinero que se nos debe y depurar responsabilidades, si las hay», señaló ayer a Levante-EMV una de las personas que, en la reunión celebrada la noche del miércoles, decidieron contratar al abogado.

Según señala este afectado, a los setenta que ya han dicho que sí y han aportado los 20 euros se les unirán otros muchos que también han manifestado su intención de formar parte del colectivo. En su opinión, durante todo el proceso que ha llevado al concurso de acreedores de Cosiva, los socios no han sido debidamente informados por la junta rectora.

El negro panorama de las cooperativas agrícolas valencianas tiene en Simat uno de sus más claros ejemplos. Cosiva ya ha cerrado y ahora un administrador judicial deberá dirimir la liquidación de sus deudas. La otra cooperativa simatera, la Valldigna, tuvo que trasladar actividad a Alzicoop, de Alzira, en donde algunos de sus trabajadores han podido mantener el empleo. Hace unos años, cuando ya se presagiaba lo que finalmente ha ocurrido, hubo intentos, auspiciados desde el ayuntamiento, para que las cooperativas la Valldigna y Cosiva de Simat iniciasen conversaciones para cerrar una fusión y tratar de sobrevivir.

Aquello tuvo un breve recorrido porque las dos juntas rectoras consideraron que, con la crisis de la naranja, ni siquiera así estaba asegurado el mantenimiento de una cooperativa agrícola. Otras voces, en cambio, consideraron un error que la fusión no se concretase para, al menos, tratar de mantener algunos de los puestos de trabajo ahora destruidos.

Enrique González: «No entienden que esto no tiene solución»

Enrique González ha sido el miembro de la junta rectora de Cosiva que se ha encargado de dar la cara ante los socios. Estuvo en el tramo final de la reunión del miércoles por la noche, y, en declaraciones a este periódico, no oculta la dura realidad de las cooperativas agrícolas valencianas.

«Aquí todos somos responsables, porque también los socios son los dueños de la cooperativa y también ellos aprobaron las cuentas del año pasado con pérdidas de un millón de euros», señaló.

Ante la iniciativa de crear una asociación para solicitar responsabilidades a la junta de la que él es miembro, González, indicó que tuvo la sensación de que los socios «no quieren entender nada. No quieren entender que esto no tiene solución».

González recordó, como ya lo hizo hace meses al explicar que posiblemente Cosiva no saldría del pozo, que la agricultura valenciana no puede competir con la de países cercanos del norte de África. «En Marruecos se están pagando sueldos de seis euros al día, y en Egipto incluso de tres o cuatro euros al día cuando aquí se tienen que pagar sesenta». Así, no es extraño que estos días se esté hablando de las miles de hanegadas de naranjos con la fruta madura que se van a perder porque no se paga por ella ni lo que ha costado producirla. s. s. gandia