Hay distintas versiones en las asociaciones de vecinos de Valencia sobre la influencia del movimiento 15M en la sociedad pero la mayoría concluyen que ha sido un verdadero revulsivo para despertarlos. En algunos casos, los «indignados» están regenerando el veterano movimiento vecinal e, incluso en el Barrio de La Torre, son estos jóvenes los que los que han puesto en marcha una entidad de este tipo para reivindicar una ciudad mejor, según explica Vicent Soler, presidente de la Asociación de Vecinos de Sant Marcel·lí.

Alfonso Cortés, de la asociación de vecinos de Malilla, asegura que las asociaciones «aguantan» pero con los miembros del principio (finales de los 70 y inicios de los 90). Cortés manifiesta que su asociación está en coordinación con la asamblea del 15M de su barrio y reconoce que «tienen mucha ilusión por hacer cosas». «Les hemos dejado nuestro local», asegura. Este histórico luchador vecinal de la ciudad de Valencia cree que los «indignados» pueden ser «una revitalización para la sociedad».

No se muestra tan optimista con este movimiento juvenil la presidenta de la Asociación de Vecinos de la Amistad, Sol Romeu. «Hay muchos problemas vecinales pero no veo una regeneración generacional. Una de nuestras prioridades es que se cumpla la ley de dependencia». Para Romeu, los jóvenes prefieren el mundo de las ONG.

Romeu reconoce «cierto impacto» del 15M en el movimiento al que ella pertenece desde más de 30 años pero asegura, «no me atrevo a concluir que los indignados nos vayan a salvar». «El futuro es difícil vaticinarlo pero el movimiento en la actualidad se mantiene», defiende.

Vicent Soler, de los vecinos de Sant Marcel·lí, cree que la situación actual del movimiento vecinal «es difícil», porque sino se consiguen las reivindicaciones «la gente se frustra». Para Soler, «el terremoto 15M nos ha venido bien».

Las AA VV aún lideran las grandes reivindicaciones

Frente a la tendencia de otros lugares, las asociaciones de vecinos siguen liderando en muchas ciudades y municipios de l’Horta las grandes reivindicaciones, si bien no siempre se ha producido el deseado relevo generacional. En Paterna, en la batalla contra el segundo by-pass o a favor de la protección del bosque y la sanidad pública han tenido un papel destacado. Igual que en Xirivella, donde las AA VV abanderan las exigencias en Sanidad y en Infraestructuras. También en Torrent el entramado vecinal ejerce su función social. Y en Mislata, las asociaciones vecinales han sacado a la calle a 5.000 personas para reclamar un hospital público. Para muchos, aquellas protestas fueron clave en el clima que generó un cambio de gobierno local. l.s. torrent

Del combate al apaciguamiento por la vía institucional

«Los vecinos del Barranquet acusan a Fabra (Carlos) de falta de compromiso en la lucha contra la droga». Así titulaba en 1993 en una información Levante-EMV. En aquel entonces Fabra era el concejal de Seguridad y el movimiento vecinal estaba en pleno auge reivindicativo.

En los primeros 15 años de democracia protagonizaron una ola de reclamaciones para conseguir dotaciones en unos barrios que habían sido dejados de la mano de Dios en la Dictadura. Su presión, por ejemplo, paralizaba una subida del IBI en 1991 o lograba la total supresión de la antigua vía del tren. Asociaciones de los barrios periféricos de la Marjaleria, Rafalafena o el Tronío eran la punta de lanza de ese espíritu reivindicativo. Sin embargo, el talante combativo del tejido vecinal ha perdido fuerza y se ha ido apaciguando en los últimos años, al igual que el conjunto de la sociedad valenciana. Algunos expertos consideran que en este cambio incide la mejora de las condiciones de vida de los barrios. Castelló dispone en la actualidad de cerca de una sesentena de asociaciones vecinales que suman en torno a 10.000 socios y la mayoría dispone de un local para reunirse. En la actualidad, los colectivos mantienen presencia en sus barrios organizando cursos y talleres y se implican en la vida municipal a través del Consejo de Participación Ciudadana, juntas de distrito o en los presupuestos participativos.Otros apuntan a la excesiva vinculación a las subvenciones públicas para explicar su pérdida de vigor y su condescendencia con el poder institucional. Asimismo, el Partido Popular, formación gobernante desde 1991, ha sabido labrar una sintonía con el movimiento ciudadano, apoyando sus cursos educativos y actos festivos o habilitando sedes. Sólo casos puntuales, como las asociaciones de Mestrets-Borriolenc, Peri 18, SOS Ribalta o Castelló Sense Soroll, han mantenido un pulso con los munícipes del PP.

Las voces críticas con el ayuntamiento en los últimos años, incluyendo los de la crisis económica, han sido contadas. Tampoco se han producido protestas por la suspensión de los presupuestos participativos. Las entidades vecinales comprenden que se paralicen nuevas actuaciones por la crisis. j. mestre castelló