"Vivan los carnavales, viva el amor, vivan los estudiantes, de buen humor, que con alegría van a cantar, para alegrar las fiestas del carnaval...". Soledad Gregorio canturrea sin titubear y con voz clara esta canción que se entonaba hace 80 años en los carnavales del viejo Loriguilla, compuesta por el director de la banda de música de Sot de Chera, Manuel Tarín Más. Soledad tiene 95 años y recita la letra como si lo hiciera todos los días, aunwue reconoce que no la cantaba desde hacía lustros.

Soledad nació en Argentina, adonde emigraron sus padres, pero regresó al Sot de Chera natal de sus progenitores con 8 años. Con 14 años vivió su primer carnaval. "En Sot de Chera no había tradición de carnavales, así que teníamos que ir a Loriguilla. Recuerdo que los músicos iban con unas camisas largas fruncidas y con mangas cortas. Las mujeres desfilaban con gorras... Era muy diferente a los carnavales de hoy. Bailábamos y cantábamos dando vueltas por el pueblo. Había gente que hacía alguna fechoría, sobre todo cuando se emborrachaba, aunque eran casos muy aislados".

A Soledad no le gustaba disfrazarse. "Me daba vergüenza, eso no iba conmigo. La primera vez que me disfracé me reconocieron enseguida. Salí del corral con una amiga y una vecina tardó poco en saber quien era, y me dije: 'Ya no me disfrazo más'".

Eran tiempos complicados, corrían los años 30 del pasado siglo, y el dinero no sobraba. Por eso los disfraces eran modestos, lejos de los diseños de la actualidad. "Cada uno se disfrazaba con lo que tenía en casa, pues uno iba de mendigo, con los pantalones rotos, otros de señoritos. Dependía de la economía de cada uno, claro. Pero se cogía lo que cada uno tenía a mano, no como ahora que la gente se gasta un dineral". Soledad remarca que "en Sot de Chera la gente era pobre. Solo existían unas pocas fortunas, que eran las que daban un jornal a los vecinos, así que con esta situación es fácil adivinar cómo eran los carnavales de aquella época".

Así que no había rivalidad ni competencia para ver quién llevaba el disfraz mas original o lujoso. "¡Qué va!", exclama Soledad. "Era cosa de agudizar el ingenio. De un saco que encontrabas en el granero hacías un delantal".

Tras la Guerra Civil los carnavales fueron prohibidos. Don Carnal y Doña Cuaresma hibernaron 40 años. "Con Franco se acabaron los carnavales, decían que se hacían cosas muy feas que no iban con la moral de aquellos años. Y con la llegada de la democracia no he vuelto a participar en esta fiesta". Soledad evoca divertida una anécdota del carnaval de Loriguilla. "Salí de casa para ir a desfilar y alguin me puso una boina roja en la cabeza. Al alcalde, el Victoriano, no debió parecerle bien y me dijo que me la tenía que quitar. Le contesté que a ver si tenía narices. Al final una señora llamada Pascuala me colocó un sombreso y siguió el desfile", relata con ojos pícaros.