El Ayuntamiento de Catarroja ha dictado esta semana una orden de suspensión cautelar de la actividad de una histórica panadería, en la calle Pintor Ribalta, que tiene una tradición de 40 años, por no haber subsanado una serie de deficiencias que detectó una inspección municipal por una denuncia. La propietaria del local y los arrendatarios actuales denuncian que tan sólo les dieron 15 días para realizar el proyecto técnico de la obra y ejecutarla, y además el consistorio les ha negado el aplazamiento que pidieron. Curiosamente la denuncia fue interpuesta por la hermana de la dueña, que vive en el piso de arriba, aunque la actividad es la misma que por más de 30 años gestionaron los padres de ambas y el piso que recibe las molestias fue la casa familiar. Esta vecina alega en sus denuncias molestias por ruido, calor y humos. Los afectados critican que el cierre ha dejado a cuatro familias en la calle que dependen de ese negocio.

«La botiga del pa d´Ángela» tiene su origen en 1972, cuando los padres de Ángela Pastor Vergara fueron a vivir a Catarroja y abrieron el negocio. Con los años demolieron la primitiva casa y construyeron una finca de tres alturas con el horno en la planta baja y su vivienda en el primer piso. Tras morir la madre, en 2006, el padre alquiló a su hija Ángela el negocio y le firmó un documento para que pasara a ella cuando falleciera, previo pago a sus dos hermanos de una cantidad. Cuando al año siguiente, el anciano murió, esta vecina hipotecó el local para pagar a sus hermanos y prosiguió la actividad. «Hacemos el pan al estilo tradicional», explica Pastor Vergara, que logró el sello de Comercio Excelente en 2008.

La afectada narra que en agosto de 2011 su hermana se trasladó a vivir al piso de la primera planta y comenzaron los problemas. Para entonces, tenía un inquilino en el horno y pagaba la hipoteca con el alquiler. Este panadero «se marchó» el pasado enero por las denuncias de la hermana, incluida una en la Guardia Civil, según la versión de Ángela Pastor.

En marzo encontró otros inquilinos que querían proseguir la actividad, dos jóvenes ucranianos con residencia permanente en España. Proyectaban elaborar los panes al estilo soviético, turco y de otras culturas para ampliar el mercado y ahora tienen una cartera de 100 clientes entre bares y comercios. Y la dueña pactó con su propio hermano que él trabajaría de noche elaborando el pan convencional que se vendería en el local y en su despacho.

No obstante, en abril recibieron una inspección municipal que detectó deficiencias en la chimenea y en el aislamiento acústico y térmico. El informe en el que les ordenaban la subsanación en 15 días les fue remitido el 7 de junio. En él se indicaba que debían suspender la elaboración de pan por la noche. Desde entonces han intentado, con alegaciones y recursos, ampliar al plazo de ejecución.