Dos cornadas en la pierna, una de dieciocho centímetros y otra de ocho, son el testimonio de la cogida que Jorge José Rodrigo sufrió el sábado por la noche en Foios. Este vecino de Vinalesa, de 24 años, recibía a Levante-EMV tranquilo y rodeado de sus amigos y familiares para recordar como había sido el incidente en las fiestas celebradas por la Penya El Cuerno. Ha sido el primer herido de consideración en fiestas de «bous al carrer» en la comarca de l´ Horta Nord.

Jorge José es aficionado al mundo taurino, y hace años fue recortador, recorriendo toda España realizando exhibiciones y concursos. Esta vez la mala suerte pesó más que su destreza ante el astado. De hecho, él insistía en que «son cosas que pasan». Nunca antes había recibido una cornada. «Estas cosas ocurren, yo al toro no le tengo ningún rencor». Incluso decía «tengo ganas de nuevo de recortarlo».

El joven, que se encuentra ingresado en el Hospital Clínico, explicaba que todo ocurrió sobre las 21.30 horas. Había acudido hasta Foios con sus amigos y su tío. «El toro, un cerril de Machancoses, acababa de salir. Ya no quedaba casi gente por la hora que era». «Fue culpa mía, el toro era muy noble», apuntaba. Según indicaba, el accidente tuvo lugar en la plaza de la Iglesia de Foios. Fue a recortar al toro, lo pasó, pero en el último momento resbaló y cayó al suelo. Explicaba que se deslizó por culpa del tipo de pavimento de la calle. Fue entonces cuando quedó indefenso delante del animal, que lo enganchó en dos ocasiones. La herida más grave fue una cornada interna en el muslo, de arriba a bajo, con entrada y salida.

Lo que sintió es que «creía que el toro me había matado». Aún así, pudo reaccionar. «En ese momento sólo pensaba en correr para quitármelo de encima», indicaba Jorge José, quien se levantó por su propio pie.

El toro no volvió a él porque la gente había acudido por ayudarle y apartar al astado. Enseguida los miembros de la peña le cogieron para trasladarlo hasta la ambulancia.

Ahora tendrá que estar unos de días en el centro hospitalario para controlar la evolución de las heridas. Como indicaba, se las han dejado semiabiertas, para que supuren y drenen, debido a la suciedad que contiene el pitón del toro.

Aún así, a pesar del gran susto y sus dos futuras cicatrices, bromeaba con sus amigos en el hospital diciendo: «Me pinchó como una aceituna».