La crisis de la naranja ha dejado el terreno abonado para otro tipo de cultivos. Los agricultores buscan alternativas y, si puede ser, que no cuesten mucho dinero. En este marco, la "paulownia", un cultivo semiforestal destinado a la producción de madera, se concibe como una inversión a largo plazo. "Es como mi plan de pensiones", comenta Paco Segarra, un agricultor de 58 años que transformó hace dos años sendos campos en Polinyà y Corbera con una superficie total de dos hectáreas a la espera de una rentabilidad futura. "Lo que tengo claro es que no vuelvo a plantar un naranjo en la vida", sentencia. Segarra recuerda cómo tomó la decisión. "Tenía un campo de valencias que no tenía rentabilidad y me llamaron del banco para decirme que el plan de pensiones lo tenía hecho un desastre. Saqué números y decidí arrancarlo y plantar 'paulownias', seguro que en siete u ocho años me dan más que el plan de pensiones", comenta. No obstante, admite que el inconveniente que supone estar "siete u ocho años sin ingresar nada".

El director del departamento de investigación y desarrollo de Cotevisa, José Lorenzo García, que el martes ofreció en Alzira una conferencia sobre los árboles productores de madera y biomasa como alternativa a la naranja, explica que los números salen. El técnico detalló que a un precio de 60 ?/m3 que, según expone, es lo mínimo en el caso de la madera, una hectárea de "paulownias" puede generar unos ingresos de 30.000 euros mientras que estimó los gastos de producción durante ocho años en 12.000 euros cuando se inicia el cultivo sin disponer siquiera de infraestructura de riego.

García explicó que, debido a que este árbol rebrota un mínimo de tres veces -y puede hacerlo hasta seis-, las siguientes producciones resultan más rentables ya que habría que descontar los costes de transformación y plantación. El concejal de Agricultura de Alzira, Enrique Montalvá, apuntó que con una plantación se puede mantener este cultivo durante treinta años.

El técnico ya expuso en su momento que se trata de un cultivo "complementario" que no compite con cítricos o frutales y que se plantea como una alternativa al abandono de los campos ya que no requiere de una excesiva inversión ni mano de obra. "En tres años, donde había un campo que no hacía nada, hay un bosque", incidió. Este árbol de origen asiático que puede crecer seis metros de altura en 18 meses llegó a la Ribera hace unos cinco años y en estos momentos hay 20 hectáreas.