Benicarló empezará en febrero a recuperar siglos de historia vitivinícola replantando las cepas para producir el nuevo vino de Carlón. El vino marcó la pauta del desarrollo de Benicarló a lo largo de los siglos XVIII y XIX. El caldo, apreciado en todo el mundo, fue finiquitado con la llegada al Maestrat de la plaga de la filoxera.

Tras un año de trabajo en el que se ha creado una asociación local de vinicultores con doce socios, el edil de agricultura, Eduardo Arín, ha anunciado que será a finales de febrero o principios marzo cuando se proceda a la plantación de las primeras cepas de la variedad de garnacha tintorera, la que se plantaba en el pasado, y a la que pertenecía el Vino de Carlón. Así pues, si una hectárea de otra variedad podría reportar hasta 15.000 kg de uva, con la garnacha tintorera, la recolecta se limitará a 3.000. El proyecto incluye la plantación de diez hectáreas como máximo de las que resultarán unas 30.000 botellas al año.

El vino Carlón es la antigua denominación de origen para los caldos de Benicarló. Estos eran ya conocidos desde del siglo XV por todos los países del Mediterráneo y del norte de Europa. Cuando la demanda superó los límites, los comerciantes llenaron sus bodegas con los de poblaciones vecinas, y la denominación abarcó a la comarca. Las exportaciones suponían un promedio de 30.000 hectólitros al año entre finales del siglo XVIII y principios del XIX.