Iberdrola y Red Eléctrica Española aún tardarán unos tres años en llevar el suministro eléctrico hasta la subestación de transporte y distribución que prevén construir en la zona del Brosquil, en Cullera. La intención de la operadora y de la eléctrica es que el suministro a Cullera llegue desde la nueva subestación inaugurada ayer en Alzira, que es una ampliación de la existente junto a la carretera de Benimuslem, y en la que se han invertido 17,5 millones de euros.

En la práctica, lo que hace la compañía es acompasar su calendario a los tiempos que corren, ya que entiende que al menos hasta 2016 no será necesario atender nuevos suministros en Cullera. La subestación del Brosquil, de la que sólo se conoce su ubicación y cuyas obras no han comenzado después de que el Consell anunciará hace un año su aprobación definitiva, es clave para los futuros desarrollos urbanísticos, como el Manhattan -una actuación que tiene el beneplácito político, pero que está en espera de financiación- o los PAI del Brosquil y el Marenyet, más retrasados. La compañía admite en sus informes que subestación actual ya no da más de sí.

En 2009, según la propia compañía, la puesta en servicio de la subestación del Brosquil se consideraba "imprescindible" para hacer frente al constante crecimiento de la demanda eléctrica en la zona de Cullera, un entorno "caracterizado por unas previsiones de fuerte desarrollo urbanístico, así como por un importante aumento del nivel de electrificación de las viviendas

actuales.