La de José Saurí Sarrión es una historia de redimido de libro: joven empresario acostumbrado a los viajes de lujo, a los buenos hoteles y "a dedicar el 99 % de la vida al trabajo", en 2007 viaja a la India en busca de un algo espiritual y lo encuentra ayudando a las hermanas de la Caridad de Calcuta, las de la Madre Teresa. Al volver a su Vinalesa natal, vende su parte en la empresa familiar y con el dinero obtenido pone en marcha una ONG (Mundos Unidos) y regresa a Calcuta, donde monta una escuela y una "casa de los derechos" que da trabajo a doce mujeres.

¿Se acabó aquí la historia de José Saurí después de 29 años en los que fue niño rico, ejecutivo agresivo, tocó fondo y lo dejó todo para ayudar a los demás? Pues no sería la primera que concluye así, como demuestran los miles de occidentales "new age" que desde los años 60 se dedican a "repoblar" la India. Pero en el caso de José la respuesta es que no, lo suyo va más lejos. La misma ambición que demostraba antes como empresario la mantiene ahora en su afán solidario, y su siguiente objetivo es montar un centro médico en Sundarban, el pueblo indio que comparte como hogar con Vinalesa.

El coste de este proyecto ronda los 78.000 euros y espera cubrir una parte de ese coste con lo que obtenga por la venta de "Sueños desde Calcuta", el libro que está escribiendo y que cuenta su viaje en moto desde la capital del estado de Bengala Occidental (15 millones de habitantes) hasta el lugar de l'Horta Nord que le vio nacer (3.200 habitantes). Para lograrlo José contó con la ayuda de una Royal Enfield de 1971, una caja de herramientas, 700 euros de gasolina y 600 para gastos personales. También se hizo con un cuaderno en el que cada noche apuntó sus vivencias. Todo eso, el mínimo equipaje, y el objetivo del hospital marcado en el cuentakilómetros. "Claro que tuve mis momentos de bajón, y me preguntaba qué estaba haciendo. Pero nunca me planteé volver atrás y abandonar".

La "excursión" duró mes y medio y, como es de imaginar, a José le ocurrió casi de todo. Desde sobrevivir el paso de un ciclón amarrado a su moto, a recorrer Pakistán con un agente de Policía de paquete, que tenía que custodiarle hasta la frontera con Irán. Cuando estaba a punto de dejar la India la Policía le requisó la Royal Enfield y tuvo que comprar una Honda por 200 dolares.

En el desierto de Thar durmió armado con una llave inglesa ante el acoso de los leones, y en Irán la moto empezó a parársele cada 15 kilómetros. Durmió siempre a la intemperie y comió en los puestos callejeros que jalonan las carreteras.

José tardó un mes en cruzar la India, Pakistán e Irán, y medio mes desde Turquia a España. Todo ello sin mapas ni GPS.