Las fiestas patronales de la Virgen del Puig de Santa María son una herencia recibida de Jaime I, la Orden de la Merced y los nuevos pobladores que se sumaron a los habitantes de las tierras musulmanas valencianas. Y, podemos mostrar, por un importante hallazgo, que, en 1893, los moradores del Puig de Santa María siguen celebrando en septiembre, con toda la magnificencia, la festividad de su Patrona que, no por casualidad, es, también, la del Reino de Valencia y actual Comunitat Valenciana. Se trata de cinco recibos que muestran los actos que se celebraron en tal fecha en honor a la Virgen del Puig.

En el primer documento el señor Joaquín Pallardó confirma que recibió "del concejal encargado de la fiesta de esta Villa la cantidad de doscientas quince pesetas importe de los honorarios devengados de la banda y orquesta en el dia 3 de setiembre, que ha tenido lugar el aniversario de Nuestra Señora del Puig y para que conste firmo en el Puig a 3 de Septiembre de 1893" Aquí podemos descubrir un dato muy importante para la Historia de la Música del Puig, y es que al no haberse fundado aún la banda municipal, esta se tenía que contratar para las fiestas de la Virgen.

En la segunda ápoca, Francisco Boix dice haber recibido "del Sr Rejidor encargado de la fiesta de la Virgen la cantidad de cuarenta pesetas que sera por tocar las Dulzainas en dicha fiesta. Puig. 4 de Setiembre 1893". Aquí hallamos otro suculento dato musical, como es la tradición, tan arraigada en el Puig de Santa María, de la música de dulzaina presente en las celebraciones festivas de los pueblos.

Un tercer documento, firmado por el pirotécnico Juan Piquer, reconoce que recibió "del Regidor encargado de la fiesta de Ntra Señora del Puig, verificada el dia tres del actual, la cantidad de doscientas pesetas, importe de los fuegos artificiales y de todas clases gastados en el dia de su aniversario. Puig 4 Sepbre 1893". Este testimonio, junto con los anteriores, muestra que el Ayuntamiento del Puig sufragaba los gastos de la fiesta.

Pero una información más curiosa nos la ofrece la "Ropería de la Vda É Hijos de Miguel Ynsa" al declarar que ha "recibido de los señores clavarios de las fiestas del Puig la cantidad de cuarenta pesetas y son por el alquiler de los trajes para la procesión celebrada el dia 3 de Setiembre en dicho pueblo. Puig 5 Setiembre 1893". Este recibo demuestra que, hace ya 120 años, hay "clavarios" encargados de la fiesta y que, en aquel momento, por ser una práctica habitual o por motivos económicos, alquilan los trajes que lucen en las procesiones. Por último, José Muñoz, como representante del establecimiento del adornista José Pinazo, situado en Valencia, calle de Las Rocas, número 6, recibió "del Señor Rejidor Encargo de la fiesta del Puig, la cantidad de 500 r. (reales) v. (de vellón). Y son por los adornos y cera para la Yglesia y calle. Valencia 18 Setiembre 93".

A pesar de que han transcurrido 120 años, podemos observar como la celebración de las fiestas patronales es muy similar en la actualidad: fuegos artificiales, engalanamiento de las calles, orquesta, banda y dulzainas en las procesiones. Pero, podríamos plantearnos una pregunta trascendental a la hora de captar el auténtico significado de esta festividad: ¿por qué en una época como la del siglo XIX español y valenciano, en la que la Iglesia está sufriendo profundos cambios en su relación con la sociedad (proceso de secularización, desamortización de Mendizabal, anticlericalismo social y político), sin embargo, se siguen conmemorando con todo boato las fiestas de la Virgen?

La respuesta hunde sus raíces en el proceso histórico-socializador, ya que la clave está en que dicha celebración va más allá de la pura creencia religiosa, a nivel intelectual, del creyente, agnóstico o del ateo, para constituirse en una efeméride comunitaria-identitaria sin la que no puede seguir existiendo con coherencia social un pueblo. Lo que, como comunidad humana, celebramos en esta rememoración es el origen del marco socio-cultural que nos ha permitido, desde la Edad Media hasta la actualidad, convivir, construir y dirigir el Puig de Santa María. Y sólo el reconocimiento de tales raíces histórico-culturales, al unirnos desde una conciencia histórico-ética, nos permitirá crear un pueblo más solidario y más democrático, capaz de superar cualquier crisis.