La época de la vendimia deja imágenes que demuestran el fuerte protagonismo de la mujer en los llamados oficios tradicionales. Al tiempo que los hombres se encargan de los trabajos más duros, las mujeres se hacen cargo de trabajos que requieren más paciencia y esmero. Los racimos de uva (en Teulada se recoge la variedad del moscatel de Alejandría), ya maduros, llegan a las manos de las cuadrillas de mujeres y éstas cumplen con una tradición centenaria y que apenas a cambiado, la de estisorar.

Estos días, en los que la vendimia está en pleno apogeo, las citadas cuadrillas, que a menudo están formadas por mujeres de una misma familia, trabajan a destajo en almacenes situados en el mismo corazón de Teulada. Este diario comprobó ayer, en un bajo de la avenida de Santa Caterina, cómo se "limpia" la uva. Esa acción, que se realiza con cuidado absoluto, se conoce con el término de estisorar. El objetivo es que ese tesoro que es el raïm de moscatell llegue a las mesas con el mejor cuidado posible. La uva entra por los ojos. Las mujeres cortan los granos más feos, aquellos que están un poco picados o que son más pequeños. Lo hacen a toda velocidad y con una precisión que revela muchas horas de oficio. Sin embargo, nada se tira. Los granos desechados se utilizarán para hacer mistela.

La uva de mesa debe ofrecer la mejor cara. Los principales mercados de España la comercializan. Las cajas con los espectaculares racimos, que han adquirido en la maduración en las viñas una tonalidad levemente dorada, llegarán a los mercados de Barcelona, Madrid, Bilbao, Zaragoza o Tarragona. Una de estas mujeres comenta que el moscatel está tan asociado a Teulada que, en el mercado de Barcelona, se conoce a esta variedad como "uva Teulada".

Las cuadrillas trabajan estos días sin descanso. Se ve que la uva está en buenas manos. Estas mujeres cortan los granos con decisión y delicadeza. El arte de estisorar