La masía de Barraix ha sido pasto de los ladrones de hierro y cobre antes de llegar a abrir sus puertas en plena sierra Calderona, como se espera en Estivella desde finales de los años 90. Entonces, la Diputació de Valencia compró el lugar a instancias del ayuntamiento y empezó a hacer gestiones para rehabilitarlo con una inversión que, en total, ronda los 600.000 euros. Sin embargo, ahora, el interior del edificio principal ofrece un aspecto desolador tras sufrir continuos robos y haber sido desvalijado, para indignación de vecinos y senderistas que se escandalizan de tal gestión del dinero público y, además, temen que el saqueo continúe si no se actúa de inmediato.

La imagen actual del lugar está muy lejos de aquel complejo que la institución provincial proyectó como flamante centro de turismo rural y cuya explotación concedió sin éxito a una empresa privada, pues ésta vio su primera iniciativa denegada por cuestiones ambientales y la segunda, con la llegada de la crisis económica, nunca se llegó a poner en marcha. Precisamente, por esto último y ante el mal estado de las instalaciones, la diputación ha recuperado la propiedad del complejo hace escasos días tras rescindir el contrato con aquella firma; una medida adoptada sin acuerdo mutuo y con la que le exige el pago de unos 90.000 euros para cubrir así los desperfectos ocasionados por los ladrones hasta que el año pasado decidió anular la concesión.

Desde esa última fecha hasta hoy, el complejo aún ha sufrido más daños cuya reparación deberá asumir el organismo provincial, como reconocía a Levante-EMV su vicepresidenta, Carlota Navarro, sin poder precisar cifras al estar aún a la espera de una nueva valoración.

La desaparición de la enorme puerta de hierro que da entrada al recinto es sólo un indicativo de cómo está en estos momentos la antigua fonda creada a principios de siglo XX en un bello paraje situado en las inmediaciones del Garbí. En su interior hay líneas eléctricas desvalijadas, mobiliario arrancado, candados forzados, manivelas robadas y numerosos restos de cascotes por aquellas bonitas habitaciones individuales con baño de un complejo dotado incluso con aire acondicionado. Esta realidad golpea a todo aquel que se adentra sin dificultad hasta el interior y recorre, atónito, un edifico público rehabilitado por la diputación, ampliado posteriormente y mejorado por el mismo organismo, pero que ni siquiera se inauguró.

Como aseguraba a este diario un senderista que accedió a él hace poco, «sales del complejo asqueado, con rabia, no tanto por el vandalismo, como por la mala gestión del dinero público. Creo que la falta de responsabilidad en las decisiones políticas no se debe consentir.... Aquí se gastaron miles de euros del dinero de todos los contribuyentes sin tener una planificación eficaz de gestión de recursos». Además, advertía de que «si no se actúa ya, esto va a continuar», en un temor también compartido por el cronista local, Lluís Mesa.

Navarro, afirma que el futuro uso y gestión de la masía de Barraix «está por decidir», pero ve «con buenos ojos» la idea inicial de convertirlo en centro de turismo rural pues considera «que el lugar es muy bello y perfecto para ello».

Los daños se repondrán y se colocarán alarmas

La Diputació de Valencia ha intentado poner coto a los robos en la masía de Barraix desde que comenzaron a detectarse en 2010 con la reposición puertas o cerraduras que no han logrado su objetivo y que siempre se colocaban «teniendo en cuenta la obligación de mantener el lugar, de acuerdo con la concesión dada en su día del lugar a una empresa privada», como explicaba a este diario la vicepresidenta, Carlota Navarro. La diputada añadía que estos esfuerzos se van a redoblar «dado que ya hemos recuperado la concesión y otra vez es todo nuestro». De entrada, ya ha dado orden para hacer una valoración de los daños, «con idea de hacer una reposición cuanto antes de todo lo estropeado, pero no que signifique un chorro de dinero, sino lo mínimo para dejarlo todo arreglado y no dejando pasar el tiempo, con el riesgo de que se encarezca aún más la reparación. No procede que unas instalaciones públicas estén abandonadas», apuntaba. Además, afirmaba que se pondrán candados antivandálicos y una alarma «para que no vuelvan». Pese a que la masía se encuentra aislada, en pleno monte, Navarro confiaba en que estas medidas garanticen el fin de los asaltos. «Las alarmas ya se ha visto que funcionan en los pozos de riego», decía, además de confiar en que esta inversión «pueda hacerse en breve sin problemas con los fondos que reserva la diputación a tareas de mantenimiento».