Cada mañana a las 12 horas, los 365 días del año, excepto si llueve de forma intensa o hace un frío atroz, un grupo de mayores se reúne en la plaza de la Constitución de Alaquàs y se sienta al sol o a la sombra de un gran ficus para charlar, reflexionar, debatir y «criticar». Francisco Monzó Cruz, José Ferrer Tárrega, Mariano Ruiz Boscà y Antonio Godoy García no faltan a su tertulia, que dura una hora y media. «Después a casa a comernos la ensalada», bromean. Son amigos desde hace décadas y vecinos del centro histórico de Alaquàs. Por ello se sienten vinculados a la plaza de la Constitución, donde se levantan emblemáticos edificios como el Castell o l´Ateneu, junto al barrio del Carmen y cerca del Hogar del Jubilado, al que sólo acuden para tener su charla en los días de mal tiempo, ya que necesitan refugio.

«Hablamos de política, de enfermedades, de cuando éramos jóvenes, de la historia de Alaquàs. Hablamos de cómo está de mal hoy la vida con altísimos sueldos los de arriba y muy pequeños los jubilados», explica Francisco Monzó. «A veces al criticar incluso exageramos un poco», puntualiza Mariano Ruiz.

En cuestiones de política y gestión local, discrepan. Algunos creen que la alcaldesa Elvira García «es buena chica y hace bien las cosas» pero otros no lo comparten. «Más bien regular», dicen. Ruiz lamenta que el consistorio «debe muchísimo dinero y esta mujer no puede hacer frente pero, poco a poco, va recuperando el ayuntamiento».

Están preocupados por la crisis ya que tienen hijos o nietos desempleados. Ferrer no ve salida a la situación y Ruiz tampoco. «No hay trabajo para nadie», dicen ya que el primero tiene un hijo en paro y el segundo a sus cinco nietos. Sin embargo, Monzó es más optimista. «España tiene un don muy grande. Somos muy trabajadores cuando tenemos el agua al cuello. Cuando todo es boyante, nos relajamos. Pero tenemos cualidades para salir de esto», afirma.

A raíz de la crisis y los problemas por los que atraviesan muchas familias, recuerdan los tiempos de la postguerra y del hambre. «Que no vuelva nunca aquello», dicen preocupados. Recuerdan sus tiempos de jóvenes cuando se vivía «con pobreza pero con alegría» y lamentan que «hoy no hay alegría en la calle y cada vecino va a la suya». Reflexionan sobre las diferencias entre los trabajos de antes y los de ahora. «Yo me iba a trabajar y me llevaba dos cocas de maíz y dos moniatos», recuerda Monzó, al tiempo que Ruiz señala que «gracias al moniato mucha gente se alimentaba» y reconoce que todavía hoy le gusta en el «putxero».

Sobre las fiestas, que arrancaron en viernes en la población, aunque se han aplicado recortes municipales y por parte de los festeros, consideran que «aún se gasta demasiado porque mientras estemos así, con cuatro carcasas es más que suficiente».

«Quitaron las escaleras»

No pueden evitar hablar del Castell, que contemplan cada día. Ninguno de ellos comparte el proceso de rehabilitación por el que pasó promovido por el Ayuntamiento de Alaquàs, ni desde el punto de vista económico, ya que lo creen excesivamente costoso „diez millones de euros más la adquisición„, ni teniendo en cuenta el resultado. «Nos moriremos muchos y aún no habremos acabado de pagarlo», dicen. «Quitaron las escaleras antiguas para poner ascensores. ¿Dónde se ha visto en un castillo?», insisten. Recuerdan los tiempos de María «la Castellera» y consideran que en aquel tiempo el monumento era más bello.

También debaten sobre «los ladrones que hay hoy» y señalan a «los de guante blanco» entre los que Monzó sitúa «al que más alto está que tiene a sus hijos colocados y escándalos con algunos de ellos», dice en alusión velada a la Monarquía. Pero también se sienten inseguros en sus casas. «Si te descuidas, entran».

De vez en cuando se les une algún otro vecino de la zona y participa en su tertulia. Desde la plaza, tienen una visión perfecta de las idas y venidas de decenas de personas que van a la escuela de adultos del Castell, al colegio, a la zona comercial de la avenida Miguel Hernández, o en sentido contrario, hacia el ayuntamiento y el centro administrativo y económico de la población. Discrepan sin discutir probablemente por la amistad que les une de tan antiguo y que les ha convertido en inseparables.