Como una entrada muy bonita, limpia, rápida y compacta. Así definió el caballista Ramón Ardit Picó la segunda de las internacionales entradas de toros y caballos que vivió ayer en la capital palantina y en la que el embolador, Fernando Zarzoso, se estrenó como jinete de la entrada segorbina.

Y es que, la de ayer fue una de esas entradas en las que los toros y los caballos consiguieron a la perfección fundirse en uno solo y formar la conocida forma de rombo o herradura que da esa especial singularidad a este evento único. Una cita que, según cifras oficiales, consiguió congregar a alrededor de 10.000 espectadores en una calle Colón abarrotada de gente que no quiso faltar a su cita obligada con las fiestas de Segorbe.

Cuando el reloj de la torre de la catedral marcaba las dos en punto, el estruendo de la carcasa retumbaba en el cielo segorbino que ayer se encontraba más encapotado de lo habitual.

A la espera, trece caballistas que, en la plaza de los Mesones, aguardaban el momento en el que, tras la salida en cabeza del cabestro, el resto de la manada enfilara su bajada desde el Argén.

Los primeros segundos de tensión no tardaron en aparecer en el festejo cuando uno de los caballistas situado en la parte trasera quedó entre tres astados. Momentos difíciles que, como explica el propio Ramón Ardit que salió ayer por primera vez en las entradas de 2013, se solucionaron rápidamente consiguiendo que la entrada fuera "espectacular, muy compacta, bastante cerrada y rápida". Y es que, según comentaba Ardit, "a pesar de que el cabestro salió muy rápido, entre mi padre y yo trabajamos abriendo el camino para frenarlo, evitar que los astados se desagrupasen" y conseguir que los seis toros fueran, en todo momento, dentro de la conocida punta de lanza que se abre camino entre la ovación y el aplauso de los espectadores en una bajada que se ejecutó en 47 segundos desde que los toros salieron del toril. Sin embargo, desde el disparo de la carcasa transcurrieron en total 100 segundos.

"Placaje" de Esther Puchol

Otro de los momentos de mayor tensión se vivió a la altura de la curva con la avenida Valencia cuando el último de los toros intentó sin éxito salir de la herradura, tras un placaje magistral de la amazona Esther Puchol que guió perfectamente al astado con el resto de comitiva animal y evitó cualquier percance.