Las campanas han servido históricamente para llamar a misa, comunicar el fallecimiento de un vecino o anunciar un día de fiesta, pero también para dar la alarma en caso de incendio o incitar a la oración para evitar que una tormenta causara daños. De hecho, la campana de Sant Llorenç de Alberic también se conoce como la «de foc» mientras que la mayor, que invoca la protección de Sant Josep, es la «de misa».

La Colla de Campaners d'Alberic, constituida tras la restauración de las campanas de Sant Llorenç en 2009, ha consolidado el trabajo de recuperación de toques abandonados que en su día inició Donís Martí y ha recuperado casi una treintena de propios de Alberic que se perdieron en los años 60 con la electrificación de los campanarios. El catálogo elaborado incluye desde el toque de difuntos el más sencillo de ejecutar al repique general de los días de fiesta grande y de los más complejos.

La «colla» ha recogido el testigo de los campaneros -el sobrenombre pervive en la familia que se hacía cargo del campanario- con el objetivo de «recuperar, conservar, divulgar y proteger» este patrimonio inmaterial «que es lo mejor que podemos transmitir a nuestros hijos», expuso Javier Martínez, que ejerció como anfitrión en el último encuentro de campaneros de la Comunitat Valenciana.

«Hay documentación en el archivo municipal de toques, obligaciones y capitulaciones entre el ayuntamiento y los campaneros desde el siglo XVII», relata Briz..

Martí había iniciado un trabajo de recuperación de toques tradicionales recabando información oral que se ha consolidado con la creación de esta «colla». Briz se mostró convencido de que «se podrán rescatar más de los 28 ahora catalogados cuando la documentación del archivo municipal sea accesible».

El catálogo elaborado diferencia entre los toques civiles, las horas canónicas y los litúrgicos. Briz, no obstante, comenta que «la mayoría» de los toques son una invitación a la oración. En el caso del toque de difuntos, diferente si se trata de un hombre o una mujer o si es un niño, por la persona que ha fallecido y, en el caso del toque de tormenta, para evitar daños en el campo.