Xàbia es un pueblo de extremos. El año pasado, tras anularse el catastrazo, los ingresos cayeron en picado. El gobierno local (PSPV, Xàbia Democrática y CpJ) llegó a pedir al Estado un adelanto de 5,3 millones a cuenta del IBI, ya que la Dirección General del Catastro no enviaba el nuevo padrón que debía servir para pasar a cobro ese impuesto. El padrón llegó, por suerte, a tiempo. El ayuntamiento esquivó la quiebra tras meter la tijera en los convenios, subir las tasas (sin embargo, no llegó a los ingresos del catastrazo, que, aunque ilegal, estuvo en vigor 7 años) y convencer a las grandes contratas de que tardarían en cobrar.

Ahora ese annus horribilis de la economía local parece del todo superado. Y más que eso. El concejal de Hacienda, Óscar Antón, en el pleno del presupuesto, aseguró que en Xàbia ya se vislumbran algunos signos de recuperación. Dijo que incluso en el sector más castigado por la crisis, el de la construcción, hay «un cambio de tendencia». Antón, que es el portavoz de Xàbia Democrática, explicó que el presupuesto del próximo año recoge un incremento de los ingresos de construcción del 30 %. Pasan de los 355.000 euros de 2013 a 462.000. Eso sí, están lejos de las millonadas que entraban en los años de la burbuja inmobiliaria.

Además, los impuestos directos (IBI) le proporcionan al consistorio un colchón de 20 millones. El gobierno local incluso recupera el pulso inversor. El capítulo de inversiones reales sube a 1,7 millones, un pico en un momento en que los ayuntamientos están tiesos. Xàbia venderá patrimonio. La obra de más dinero es la de reconstrucción del Central Cinema,un edificio cultural del centro histórico que está en ruinas. Hay presupuestados 199.263 euros.

La partida de fiestas se deja en 651.969 euros. Se sabe de antemano que se quedará muy corta y engordará con modificaciones de créditos. Incluso el edil de Fiestas, Juan Ortolá, lamentó tener una partida tan escasa. Y ficticia.