Los propietarios de 25 bares, restaurantes, cafeterías y locales musicales de Xàtiva han alertado de la amenaza que se cierne sobre sus negocios con el inicio, a instancias de la asociación vecinal del entorno, de los trámites previos a la posible declaración del espacio de ocio nocturno del casco antiguo como Zona Acústicamente Saturada (ZAS). El colectivo de empresarios asegura que, con la hipotética imposición de nuevas y mayores restricciones en materia de horarios y ruido, «se verán disminuidas las opciones de continuar ejerciendo nuestro trabajo», que vinculan a la creación de 150 empleos directos y a una facturación anual de tres millones de euros, de los que se benefician, según sus datos, «40 proveedores con sus consiguientes puestos de trabajo indirectos».

El Ayuntamiento de Xàtiva aprobó el 18 de febrero la contratación de los servicios de la mercantil Acústica y Telecomunicaciones, SL por importe de 3.623,95 euros, para someter la zona de ocio nocturno a un estudio acústico, a raíz de las peticiones vecinales.

Las conclusiones del informe sonométrico en base a las mediciones practicadas determinarán si la Plaça del Mercat, situada en en el corazón del casco antiguo, reúne las condiciones y ha de declararse ZAS, catalogación que conllevaría la imposición de mayores limitaciones en la actividad de los establecimientos y en el tráfico rodado. La firma adjudicataria es la misma que confeccionó el Plan Acústico Municipal, documento que en 2010 constató que en el área se rebasaban los límites de ruido permitidos durante las noches de los fines de semana.

«Somos necesarios»

«No somos un problema». El colectivo empresarial ha salido al paso en pleno debate para reivindicar su labor dinamizadora en el núcleo histórico. «Somos un grupo de empresas necesarias dada la situación de este país y aportamos valor a la ciudad. Formamos parte del engranaje de nuestra economía local y nacional», exponen en un comunicado en el que subrayan «los beneficios» que ofrece una zona de ocio, cultura y restauración «en cualquier ciudad que se precie importante».

Los propietarios admiten ser «conocedores de ciertas molestias» por la actividad de sus locales, pero limitan el periodo de mayor conflicto a «un total de 6 horas el fin de semana», circunstancia que «no resulta un agravio respecto a otras zonas como las limítrofes a vías de tren o con mucha afluencia de tráfico», apuntan. En todo caso, el colectivo se brinda al diálogo al proponer «una campaña de paliación de ruidos y molestias ocasionadas a los vecinos de la zona» porque consideran «positivo» que se abra «un debate con las partes afectadas» acerca de «cómo mejorar las condiciones y según que casos específicos tratarlos de la mejor forma», ajustándose «a normativas y condiciones ya establecidas» para evitar la ZAS. Los empresarios afirman cumplir a rajatabla «normativas muy severas» en cuanto a horarios, pese a que estos, señalan, se alejan de las costumbres y hábitos españoles. Defienden la continuidad de las terrazas, también amenazadas, porque «proporcionan una ayuda al mundo de la hostelería, muy maltratado por la crisis» y exhiben su labor de «obra social» al ofrecer «una plataforma de monologuistas, músicos y artistas plásticos».