Una comisión fallera es una suma de esfuerzos, un trabajo colectivo para conseguir los objetivos y la falla Plaça la Malva ha llevado al extremo este sistema. La ausencia de un fallero dispuesto a tomar el relevo de José Miguel Carreres como presidente provocó que en mayo se constituyera una junta rectora formada por los ocho ex presidentes que siguen en activo para empezar a tomar decisiones y planificar el ejercicio.

El año deja algunas fotografías en actos oficiales de la falla más pobladas de lo habitual por la presencia de varios miembros de la gestora o el vacío -cubierto con el escudo de la falla- en el libro de la Junta Local Fallera, que se ha limitado a reproducir los nombres de los ocho integrantes sin especificar cargo.

Miguel Ángel Martínez detalla que cada ex presidente tenía un área de trabajo asignada -en algunos casos compartida- y los miércoles han venido celebrando reuniones de trabajo en las que, cada semana, era uno de los miembros de la gestora el que la dirigía. «Lo primero que hicimos fue decir a la gente joven y a los mayores que no íbamos a imponer nada, que haríamos lo que ellos quisieran y todo se ha consensuado», explica.

«Ha sido espectacular porque hemos conseguido que ocho personas que han sido presidentes nos hayamos unido para hacer piña», expone el directivo de la falla, que no oculta la satisfacción. «Estamos contentos con el resultado a fecha de hoy, hemos controlado los números y hemos crecido como falla en tiempos de crisis», expone.

La cara más visible en actos oficiales ha sido José Carlos Giménez, aunque cada uno ha tenido su función. Martínez y José Manuel Rubio han trabajado en el área de cultura y monumento; Raül Calabuig en la parte económica, José Miguel Carreres en Fiestas y Mariano Escudero, José Parada y Jaume Bohigues, para la intendencia y el casal.