La transformación de las parcelas agrícolas por superficies más grandes, el éxodo a la ciudad, y en definitiva, el evidente abandono que sufre el campo cuenta ahora con un revulsivo: los huertos urbanos, que están poniendo en valor la agricultura como hacía décadas que no ocurría. Aprovechando esta coyuntura y la evidente necesidad de hacer revivir estas zonas, la Diputación de Valencia ha creado un banco de tierras agrícolas abandonadas y aptas para el cultivo, de carácter público, que facilita el contacto entre los propietarios de las parcelas y las personas interesadas en su explotación.

«De momento tenemos más parcelas que solicitudes para hacerse cargo de ellas, pero estamos seguros que con el tiempo esto cambiará», indicó a Levante-EMV Manuel Casuera, teniente alcalde de Gestalgar, uno de los municipios, junto a Beniarjó y Benifaió, que participa en este banco de tierras.

Un proyecto que comienza a dar sus primeros pasos. De hecho, el mismo teniente de alcalde está a punto de arrendar algunas de sus tierras a nivel particular, por falta de tiempo para dedicarse a ellas. «Las va a trabajar una pareja que cultiva plantas aromáticas, como romero, lavanda, etc. Lo único que tienen que pagar es un canon anual de 70 euros por hanegada y los gastos del riego», explica.

Las condiciones de cada cesión de parcela las acuerdan de manera libre arrendatario y arrendadores. Los ayuntamientos se limitan a realizar un registro de todos los interesados en un sentido u otro. «Lo importante es saber trasladar a gente de municipios cercanos que aquí pueden encontrar un terreno para sus cultivos», en concreto, en el caso de Gestalgar, se trata de la llamada «huerta vieja», la que rodea al pueblo «y lo afea al estar abandonado».

Barrera antincendios

Entre las muchas ventajas que proporcionará este banco de tierras en desuso se encuentra el de convertirse en barrera antinciendios, en una zona que conoce demasiado bien qué es eso de sufrir uno Gestalgar y todavía negra tras el fuego que la arrasó hace ahora justo dos años.

Además, los abandonos incrementan el riesgo de plagas de roedores y de degradación ambiental y disminuyen la calidad del paisaje y la superficie agrícola útil.

En este sentido, los responsables de la diputación también han esgrimido otros beneficios «tangibles» como las ganancias económicas que genera y las oportunidades de empleo.

Esta iniciativa «piloto» sigue la estela de otros proyectos similares, como el impulsado por el Consorcio Pactem Nord, un ente público que a principios de año comenzó a configurar su propio banco de tierras en la comarca de l'Horta Nord, sobre todo dirigido al autoempleo.