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Vías rurales

Polinyà echa el cerrojo al campo

El municipio cortará los caminos rurales a partir del día 12, desde la puesta de sol y hasta las 6 de la mañana, ante la drástica reducción de los robos en su término por esta medida - La pasada campaña citrícola sólo dos campos fueron esquilmados

La Policía Local de Polinyà de Xúquer corta un camino rural para evitar robos en los campos. s. vives

Ponerle puertas al campo es tarea complicada, pero en Polinyà de Xúquer han encontrado desde hace cuatro años un sistema bastante efectivo para atajar los robos en su término municipal: cortar los caminos. A partir del 12 de enero, la localidad volverá a colocar cadenas en las vías rurales desde la puesta del sol y hasta las 6 de la mañana para evitar que quienes se dedican a despellejar explotaciones agrarias lo tengan demasiado fácil.

La medida se puso en marcha en 2010 a propuesta del Consell Agrari y ha dado resultados. Desde entonces, los grandes robos en los campos de naranjos —el cultivo más extendido en este municipio de la Ribera Baixa— se han reducido drásticamente.

Las denuncias han bajado hasta tal punto que el año pasado en la Policía Local sólo se tuvo constancia de que se llevaran la naranja de la mitad de dos parcelas, cuando antes de aplicar este plan de prevención los casos eran más abundantes. «Siempre hay pequeños hurtos de un cajón, pero eso es inevitable», apuntan fuentes policiales. «Lo cierto es que aquellos episodios de que llegara un camión y arramblara con todo son ya algo residual», añaden.

El protocolo que se aplica en esta pequeña localidad consiste en cerrar al paso de vehículos la mayor parte de los caminos rurales mediante cadenas. En invierno, a las 18 horas la Policía Local ya empieza a ponerlas y bloquea prácticamente el 80% del término municipal. De este modo, se complica el acceso especialmente a camiones, furgonetas o coches usados para cometer los robos. Paralelamente, un grupo de vigilantes patrulla por las distintas partidas y si observa algún movimiento extraño, da el pertinente parte a la policía para que actúe.

«Como no se lo ponemos fácil, los amigos de lo ajeno prefieren buscar otras zonas para cometer los robos, ya que aquí deben cortar las cadenas, con lo que ya llaman la atención, y a parte saben que durante las 24 horas hay gente a la mira. Para no complicarse, se van a otros sitios», destacan los responsables del operativo.

Experiencia pionera

La experiencia que se desarrolla en Polinyà de Xúquer es pionera en la Ribera y los resultados que ha arrojado hasta el momento dejan satisfechos tanto a los agricultores como a las fuerzas de seguridad y al consistorio que preside Òscar Navarro (EUPV).

Además de evitar los perjuicios económicos para los propietarios de las cosechas, el sistema permite la contratación de un grupo de cuatro guardas rurales que prestan servicio en tres turnos al día. El consistorio invierte alrededor de 26.000 euros para emplearles durante cinco meses. El personal pasa unas pruebas de selección y sus funciones se centran básicamente en vigilar y poner en conocimiento de los municipales cualquier incidencia.

Las zonas que no tienen salida a las principales carreteras quedan prácticamente acotadas al cien por cien, mientras que algunos caminos que son muy transitados para ir hasta localidades cercanas, como Benicull, o con accesos al caso urbano no se cortan para facilitar los desplazamientos.

En aquellas áreas incluidas dentro del programa antirobos en las que hay casetas, los dueños disponen de llaves para poder abrir los candados de las cadenas y acceder a sus propiedades bajo la responsabilidad de volver a ponerlas una vez las hayan cruzado con sus vehículos. La aceptación por parte de los vecinos es buena en términos generales, afirman desde la Policía Local, aunque se han dado casos de vecinos que iban al campo antes de las 6 y «por no tener paciencia» las han roto.

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