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Deterioro

El prior del monasterio del Puig alerta del mal estado y peligro de hundimientos en las torres

Los mercedarios avisan de que las grietas, filtraciones, caída de cascotes y el mal estado de las vigas obligan a una intervención urgente

El prior del monasterio del Puig alerta del mal estado y peligro de hundimientos en las torres

El pleno de Les Corts Valencianes aprobó el pasado 25 de marzo la «Ley de reconocimiento, protección y promoción de las señas de identidad del pueblo valenciano», que incluye, entre estas señas de identidad, el Real Monasterio del Puig de Santa Maria. Queda así „sobre el papel e institucionalizado„ el reconocimiento al simbolismo histórico de este edificio, fundado por Jaume I durante la conquista del Regne de Valencia para conmemorar la célebre «Batalla del Puig» que dio vía libre a la ocupación del «cap i casal».

Este reconocimiento legal (cuya aplicación real aún es un tanto difusa) llega para el Monasterio del Puig apenas tres años después de que la Generalitat renovase el convenio que firmó en 2004 con la Orden Mercederia propietaria del Monumento Histórico Artístico (tal como está declarado desde 1969). Con el nuevo convenio, el gobierno valenciano reducía sustancialmente la aportación económica de 16.000 euros mensuales acordados por el uso de sus instalaciones y para contribuir a la conservación del edificio. Desde entonces, el Consell únicamente paga unos 3.200 euros al mes por el espacio que ocupa el Museo de la Imprenta (el único que realmente aprovecha). Tal como reconoce el prior del monasterio, Melchor Azcárate, «con este dinero podemos hacer poco, pero aquella ayuda nos vendría muy bien para evitar que pase algo con las torres».

Y es que, de todos los problemas que acechan por falta de la suficiente inversión en este edificio con más de cuatro siglos de antigüedad „la iglesia es del siglo XIII y el convento empezó a construir en 1558, aunque fue reformado en la década de los 60 del pasado siglo„ el del estado de las cuatro torres que marcan los vértices del monasterio es el más urgente. Hasta el punto de que el prior ha alertado, en declaraciones a este periódico, que «si no se hace algo pronto, puede haber peligro de algún hundimiento o derrumbe».

De esto avisa el padre Melchor a partir de lo que se puede ver en el interior de la torre noreste, la única a la que se puede acceder. Y, tal como ha podido comprobar este periódico, el techo del último cuerpo de esta torre (el que da a la terraza) permanece apuntalado desde que hace unos quince años se registrase la caída de cascotes. «Esa ha sido la última intervención que se ha hecho en esta torre», recuerda el superior del monasterio, «y desde entonces „asegura„, la situación no ha hecho más que empeorar».

Los últimos problemas se registraron tras las intensas lluvias caídas durante el pasado mes de marzo, cuando se detectaron filtraciones de agua y cayó parte del aislamiento colocado precisamente cuando se apuntaló el techo y se taparon con cemento algunas grietas que se han visto sustituído por otras en los últimos tiempos. Además, se observan cristales rotos en los tragaluces y un evidente deterioro de las vigas y las bovedillas de la estancia. Exteriormente, señala el prior, el mal estado de la construcción es menos evidente, aunque la presencia por ejemplo de vegetación creciendo en lo más alto de una de las torres a la que no se puede acceder desde el interior demuestran la necesidad de una pronta intervención.

Además de las torres, el abandono también resulta evidente en la última planta del edificio.

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