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La historia de Mario

Un ángel de Carlet para Ucrania

Mario no se plantea volver a Valencia: en las calles de Kiev no para de recibir muestras de agradecimiento

Un ángel de Carlet para Ucrania

Ucrania celebra hoy en Kiev el día de su independencia de la Unión Soviética con un gran desfile militar mientras se desangra en dos importantes regiones, Donestk y Lugansk, con una trágica guerra civil alentada por los separatistas pro-rusos. En medio de este caos monumental un valenciano, Mario Garcia Calatayud, lucha cada día para poner un poco de orden en este país tan problemático.

Mariano García Calatayud, a quien todos conocen simplemente como «Mario», nació en Carlet en el año 1948. Trabajó en una fábrica de pavimentos y luego en el ayuntamiento. Siempre se sintió atraído por las actividades físicas y las artes marciales. Ya jubilado, con dos hijos mayores e independizados, Mario conoció casi casualmente la tragedia que empezó con la guerra de Crimea.

En Valencia se estaba formando una ONG dedicada a recabar ayuda humanitaria para las víctimas de dicha guerra y él, viéndose libre y en perfectas condiciones para viajar, se ofreció a trasladarse a Kiev para ser el supervisor personal de todo el proceso de ayuda.

La angustiosa situación económica de Ucrania provoca muchos casos de corrupción. La ayuda humanitaria que llega de distintas partes del mundo se distrae de los circuitos oficiales y va a parar al mercado negro, donde personas sin prejuicios se aprovechan de ella.

Mario llegó a Ucrania en pleno invierno. Nada más salir del aeropuerto sufrió las retenciones debidas a la nieve. La temperatura era de 27 grados bajo cero, y el país parecía aletargado. Mario se instaló en un hotel, y luego lo cambió por una habitación más modesta en un vetusto edificio modernista. Todo se lo costea él con su pensión de España, alojamiento, comida y ropa.

En aquellos momentos apenas había nada de infraestructura. Los civiles huían de la zona en conflicto y se refugiaban en la capital, con apenas medios. Familias enteras abandonaban sus casas y propiedades para salvar sus vidas, pero al llegar a Kiev les esperaba la más absoluta precariedad.

Mario se puso manos a la obra para levantar un «Centro Humanitario de Ayuda a los Refugiados» que funciona en el distrito de Contractova. Es prácticamente como un campamento militar donde se almacena y distribuye la ayuda en distintos departamentos: comida, productos sanitarios, ropa de adultos, ropa de niños y material escolar. Cada día Mario se levanta a las 6 de la mañana. A las 7 oye misa en la capilla de un pequeño monasterio de monjas ortodoxas y a las 8 ya está al pie del cañón, hasta las 8 de la noche. Ha viajado en diversas ocasiones hasta las zonas en conflicto y se lamenta de los desastres de la guerra, que él ha visto en primera persona. Le parece mentira que en Europa, a estas alturas del siglo XXI, esté sucediendo esta tragedia; pues cada día muere alguien en aquellas montañas fronterizas. La sombra de la tragedia le parece enorme.

¿Volver a Valencia? No se le pasa por la cabeza. Está encantado de ser útil, de ayudar a personas que lo necesitan. El agradecimiento es continuo. Cuando camina por el barrio, todos le saludan y le sonríen. Es el español que está ayudando a Ucrania. Es el ángel valenciano de Kiev.

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