Los comerciantes que tienen negocios en la calle Mayor son otros de los afectados por la Cordà y no siempre la disfrutan. Su principal queja es el mallado de protección, ya que les quita luz y hace que los clientes no puedan ver los escaparates. Para solventar el problema, el ayuntamiento este año ha vallado los locales en último lugar, después de bancos y casas. Otra de sus reivindicaciones es la suciedad que se deriva de la Cordà. Afirman que luego deben limpiar mucho por la grasa de la pólvora.