El paso del tiempo no perdona ni siquiera a aquellas construcciones que parecían vacunadas contra la decadencia. El mayor tramo que se conserva de la antigua muralla islámica que rodeaba y protegía la Vila de Alzira no presenta su mejor imagen. Este conjunto monumental convertido en uno de los elementos más representativos de la ciudad está repleto de desconchados y en algunos de los torreones que recaen al parque de Arabía Saudí se pueden contemplar hasta tres texturas diferentes. El historiador alcireño miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, Bernat Montagud, no duda en señalar que el estado es «alarmante» ya que ofrece una imagen de degradación de un conjunto que está declarado Bien de Interés Cultural (BIC) y ha anunciado su intención de elevar una comunicación al presidente de la Academia para que, si lo considera, dé parte a la sección de arquitectura de la entidad para que se preocupe por esta muralla medieval. «Como miembro de la Academia tengo la obligación moral de hacerlo», comentó Montagud, que aboga por diseñar una actuación «de futuro» del mismo modo que se ha actuado en el monasterio de la Valldigna o en la Murta para, por fases, devolver el esplendor a este tramo del antiguo recinto fortificado.
Se da la circunstancia de que la última gran intervención en las murallas se remonta a finales de los años setenta o principios de los ochenta, hace por tanto más de treinta años, y en aquel momento la actuación careció del rigor que ahora se aplica en materia de patrimonio. De hecho, el arqueólogo municipal y director del museo, Agustín Ferrer, ha comentado que la capa de las murallas que está saltando corresponde al «postizo» que se aplicó en aquel momento y que, antes o después, se deberá eliminar. Cabe señalar que el proyecto de reconstrucción de la Casa Real, el recinto fortificado en el que se alojaba Jaume I cuado se desplazaba a Alzira y que se ubica junto a la muralla, contemplará la rehabilitación de todo el lienzo que recae en el parque y también está previsto recuperar el paso de ronda por el interior.
Bernat Montagud también se mostró muy crítico con la intervención que se realizó en aquella época sobre la muralla, que no dudó en calificar como «una patata». El historiador alcireño señaló que si bien fue importante la desecación del entorno, que permitió eliminar lo que era un cenagal que afeaba sobremanera la fortificación, la actuación realizada sobre la misma se limitó a un enlucido, se retiraron algunas de las que Montagud denomina «casas colgantes» que se apoyaban en la muralla y «se falsearon las almenas», que se reconstruyeron de forma artesanal. El académico de San Carlos comentó que ya en su día auguró que el tiempo provocaría que la muralla escupiera el estuco con el que se había recubierto y que ya desde muy pronto empezaron a producirse desconchados.
No obstante, considera que la gran superficie afectada ahora por este efecto representa una buena oportunidad para afrontar una intervención integral que elimine esa capa añadida, aunque se tenga que ejecutar por fases.
Cabe señalar que si bien en los últimos años se han realizado algunas intervenciones sobre la muralla, como cerrar la puerta que con la construcción del parque se abrió en uno de los torreones para facilitar el tránsito entre la Vila y la nueva zona de recreo o los cíclicos trabajos de limpieza para eliminar grafitis en el conjunto monumental, no se ha ejecutado ninguna intervención integral de recuperación desde aquellos trabajos realizados hace más de treinta años. Montagud recuerda que cuando se produjeron las inundaciones de 1982 había operarios trabajando en las murallas, que continuaron las obras una vez normalizada la situación, aunque otras fuentes señalan que las murallas se habían lucido incluso antes. El paso del tiempo las ha llenado de desconchados dejando a la vista la textura original.
