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Polémica

Un grupo de discapacitados acusa a un hotel de Cullera de discriminación

Doce personas con parálisis cerebral reprochan que les habilitaran un comedor específico para ellos

Un grupo de doce discapacitados de la Fundación Aspace de Zaragoza que disfrutó la semana pasada en la playa de Cullera de unas pequeñas vacaciones ofertadas en el programa del Imserso ha acusado a la dirección del Hotel Holiday de discriminarles. Todo transcurrió con normalidad en los primeros días de estancia hasta que la dirección del hotel decidió separar al grupo procedente de Zaragoza del resto de clientes durante los turnos de comida. A partir de ahí la versión de las dos partes en conflicto difiere.

El grupo de afectados de parálisis cerebral viajaba acompañado de varias monitoras. Según la responsable de la expedición, Rita Barril, un cliente protestó por sentirse incómodo durante las comidas que compartía con los discapacitados. «Esta queja les llevó a trasladarnos a una zona alternativa: una sala para celebrar grandes eventos, en la que también es habitual servir comidas», ha contado Barril al Heraldo de Aragón. El grupo se tomó el cambio de sala de comedor como prueba de un «trato no igualitario».

Sin embargo, los responsables del hotel afirman que estas acusaciones no son ciertas. «El grupo vino a pasar una semana entera, y el jueves les propusimos adaptar una sala para que tuviesen un mayor y fácil acceso y estuviesen mejor servidos, ya que de cara al fin de semana la ocupación se incrementa un 50 o 60 %. Les explicamos que el acceso es difícil durante el fin de semana y ellos aceptaron sin problemas, pero al día siguiente se quejaron por recibir un trato discriminatorio», sostiene Carolina Yi Cao, gerente del hotel.

La monitoria no ve los hechos del mismo modo: «Tras expresar todos los miembros del grupo nuestra disconformidad por el trato injusto y discriminatorio, el director argumentó que la decisión obedecía también a la falta de espacio», sostiene Barril.

Lejos de aceptar esta versión, el director del hotel, Jorge Talens, al que acusan de haberles comunicado la queja del cliente que se sentía molesto por la presencia de los discapacitados, afirma que ningún usuario se quejó y que una petición semejante nunca sería atendida. «Somos conscientes que todos son clientes por igual. Una queja de este tipo no trascendería ni tendría repercusión alguna, y mucho menos afectaría aislando a un grupo entero», explica. «Además, el traslado supone un mayor coste para el hotel que situar a todos los clientes en el restaurante. No tiene sentido trasladar a un grupo entero, con el coste del personal, buffet, aire acondicionado, limpieza, etc., que eso supone por la queja de un cliente», continúa.

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