Una pareja de Paterna se vio obligada hace unos días a casarse en la sala de espera del ayuntamiento ante la imposibilidad de que uno de sus testigos „un hombre en silla de ruedas„ subiese al salón de plenos municipal debido a que el ascensor estaba averiado. La ceremonia, oficiada por el concejal Santi Lucas, de Compromís, se improvisó finalmente en la planta baja del consistorio tras trasladar a ésta todo el mobiliario necesario para los esponsales.

El ahora matrimonio adoptó esta decisión para salvar su boda ya que, de no haber aceptado, habría tenido que suspenderse el enlace porque uno de los testigos, encargados de corroborar que la unión podía llevarse adelante sin ningún impedimento, no habría podido asistir. Cambiar de atestiguante tampoco era una opción, puesto que toda la documentación había sido ya expedida con el nombre de la persona que tiene la discapacidad física y habría sido imprescindible volver a solicitar todos los certificados de la ceremonia, lo que habría retrasado el enlace al menos unos días.

Todo sucedió el último sábado de septiembre, cuando la pareja de novios acudió al Ayuntamiento de Paterna para convertirse en marido y mujer. En principio, el enlace era uno más de los seis que había previstos para ese mismo día porque nadie en el consistorio sabía de la discapacidad de uno de los testigos. «La accesibilidad a la sala de plenos no es un problema y, por lo tanto, tampoco era necesario que nadie nos avisase „dice el oficiante, Santi Lucas„. Lo que ocurre es que, casualmente, unos días antes se había estropeado el ascensor» (ayer seguía sin funcionar) y sólo se podía llegar al salón por las escaleras, algo imposible para el atestiguante que iba en silla de ruedas.

Ante la situación que se planteaba, algunos de los invitados a la boda hablaron incluso de «subir en brazos al testigo» hasta la primera planta, donde está ubicada la sala plenaria. Lucas se negó para «evitar posibles accidentes» y, poco después, «entre todos los presentes» encontraron la solución: cambiar el escenario de los esponsales.

«Se propuso a los contrayentes la posibilidad de desposarse en la sala de espera municipal y no pusieron pegas», subraya el regidor. Así que se trasladó hasta allí «el mobiliario necesario para celebrar el enlace» que, salvo por el entorno en el que tuvo lugar, «fue exactamente igual que cualquier otra boda civil».

Victoria, la novia, aseguró que «tomaron la decisión en un segundo y la boda aún fue más original. Me gustó aún más». Su marido Juan Carlos explicó que acudió al consistorio a avisar de que un testigo iba en silla de ruedas y entonces fue cuando le dijeron que no funcionaba el ascensor, al estropearse esa mañana, pero «no le dimos mayor importancia».

Luego, ante la imposibilidad de que su amigo subiera al pleno, se improvisó una alternativa que «no molestó a nadie y que provocó que nos riéramos mucho».