El Colegio Sagrada Familia de Silla es el único centro concertado de la localidad y, probablemente, también el único (aunque de toda la provincia) que continúa regido por un patronato integrado por quienes, hace décadas, debían ser los personajes más ilustres del pueblo: el alcalde, el cura y el médico. Ellos son los encargados de supervisar que los beneficios de la fundación que alumbró el centro sirvan para su mantenimiento y, de hecho, «sin su figura probablemente el colegio habría cerrado ya», dicen los docentes. «Ahora, su papel se ciñe sólo a la gestión „añaden„, pero siguen siendo figuras claves para el colegio».

El centro, que actualmente tiene 564 alumnos, nació a finales del siglo XIX como una fundación dedicada a dar cobijo y educación a los más desfavorecidos de Silla. Dos hermanos de una familia de terratenientes, José y Dolores Iborra, cedieron sus bienes para impulsar el proyecto, que debía estar controlado por un patronato e incluir un asilo que nunca se edificó.

En 1915, otro terrateniente, Salvador Espert, entregó su patrimonio a la misma fundación e impuso que fuesen las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul las que dirigiesen el centro (lo hicieron hasta 1987) y que éste impartiese una educación católica. Fue entonces cuando el colegio realmente echó a andar como tal. Primero lo hizo cerca de lo que hoy es Molí de Magalló (donde se emplaza la escuela actual desde 1999) y, luego, en la plaza del Mercado Viejo, adonde llegó en los años 30.

Desde entonces ha crecido mucho, tanto que se ha visto obligado a ampliar sus instalaciones para dar cabida a un alumnado que se incrementa año a año pese a ser «un centro familiar», según la directora, Conxa Castells. De hecho, la mayoría de sus estudiantes (imparte hasta Secundaria) «son hijos de antiguos alumnos» porque por allí «han pasado hasta cuatro generaciones de una misma familia», cuenta Sergi Yácer, miembro de la comisión del centenario junto a Andrés Rojo, Pilar Benaches y Elisa Primo.

Pese a que las celebraciones por el aniversario se realizan durante todo el año, los actos principales se concentraron en abril. Aquellos días el centro se engalanó de manera especial y acogió una comida de hermandad a la que asistieron miles de antiguos alumnos para compartir los recuerdos de su infancia.