El último encierro de la Fira d'Onda, limpio y rápido como los dos anteriores, se vio ayer empañado por la cogida del primer toro de la exhibición matinal a un vecino de Cantavieja.

A los pocos minutos de la salida de los toriles, el número 27 de la ganadería de Los Ronceles, de nombre Guindo, corneó hasta en tres ocasiones a un joven de 31 años, con iniciales A. S. R.. El toro se dirigió del Raval a la plaza Rei en Jaume, donde aguardaba el recortador para quebrarlo. Sin embargo, un resbalón dejó al joven a merced del toro, que lo lanzó contra la pared y se ensañó con el aficionado causándole tres cornadas graves, dos de ellas en una pierna y la más importante en el glúteo.

El cirujano Gustavo Traver operó al herido antes de su traslado al hospital de la Plana de Vila-readonde fue intervenido de nuevo e ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos con pronóstico «muy grave», según fuentes de la Conselleria de Sanidad.

El incidente provocó la suspensión de los actos taurinos hasta la tarde, momento en que se exhibieron los toros de Los Ronceles, los de la ganadería El Mijares y el toro patrocinado por la peña Stan-k de La Dehesilla, que debía exhibirse por la mañana pero se aplazó a la jornada vespertina. Durante el transcurso de una exhibición, uno de los toros embistió a un cadafal del Pla y rompió uno de los barrotes. Por cuestiones de seguridad, a la estructura se le dio la vuelta y se precintó.

Vibrante último encierro

El último encierro de la Fira d´Onda fue el más multitudinario, el más emocionante y el más peligroso. El paso de la ganadería de los Ronceles dejó múltiples caídas y cogidas, pero ninguna de gravedad. Los toros salieron disparados del Camí Castelló, y en la Safona, uno de ellos empezó a adelantarse para barrer el margen izquierdo de la calle, donde en el interior de los cadafales se resguardaban un gran número de aficionados.

El verdadero peligro no apareció hasta la llegada de la manada, ya partida en dos, en la calle San Miguel. Los primeros toros formaron un abanico, por lo que el riesgo se expandía por todo el ancho de la recta. Uno de los astados arrolló a un corredor, y otro sufrió una caída antes de la llegada a la calle Virgen del Carmen.

El último tramo estaba abarrotado de corredores. La manada salió de la curva de Cervantes más agrupada, pero la gran cantidad de personas aumentó de forma considerable el riesgo. Hubo varias caídas y cogidas, aunque la más espectacular fue en la calle Eccehehomo, que se convirtió en un via crucis para uno de los corredores, que recorrió enganchado al toro unos quince metros, hasta casi el epicentro de la plaza del Pla.