Los diccionarios definen las tradiciones como las costumbres y manifestaciones que cada sociedad considera valiosas y las mantiene para que sean aprendidas por las nuevas generaciones, como parte indispensable del legado cultural. Presuponen, por lo tanto, el paso del tiempo para que adquiera valor.

A mediados de la década de los noventa, el gobierno alcireño instauró el Tedéum a la bandera de la ciudad con el objetivo de rendirle un nuevo homenaje, ligando la procesión cívica que el municipio organizaba a propósito de la entrada de Jaume I allá por el año 1238 a la confesión católica.

El ejecutivo de Diego Gómez ha decidido ahora que el acto municipal debe quedar desligado de la iglesia católica y el PP aprovechó ayer la decisión para cargar con fuerza por la supuesta falta de respeto a las tradiciones. Lo introduce incluso dentro de lo que considera una «cruzada».

Una introducción del Bloc

La tradición de introducir la bandera de la localidad en la iglesia para la acción de gracias que supone el Tedéum se instauró a mediados de la década de los noventa, con Josep Lluís Andrés, del Bloc, como edil de Cultura.

En la anterior legislatura, con el socialista Pedro Grande como alcalde se llegó a celebrar un acto de bendición de la enseña en abril de 1995 a pesar de que no estaba completa la legalización de la bandera ya que no existía acuerdo de pleno por el que la corporación la asumiera como propia y tampoco había sido aprobada por la Generalitat Valenciana. La «tradición» que ahora quiere suprimirse tiene veinte años.