Normalmente existe un acuerdo tácito para ofrecer tres meses de gracia a los nuevos gobiernos con el objetivo de que se asienten en los nuevos cargos y puedan empezar a funcionar con normalidad. En Turís, sin embargo, el alcalde, Ismael Corell, ha durado poco más en el cargo. Y no como consecuencia de ninguna maniobra para forzar su salida. El antiguo miembro de Ciudadanos consiguió una exigua representación en las elecciones de mayo pero los votos le permitieron situarse como pieza clave en el reparto de sillones. Tuvo pocos votos pero logró mucho poder.

La consecuencia fue un acuerdo con el PSOE y Compromís para desalojar al PP del ayuntamiento, que si bien le valió para alcanzar la alcaldía, le supuso ser expulsado de su partido, Ciudadanos. Las cláusulas establecían que Corell se haría cargo de la alcaldía durante los primeros seis meses de la legislatura, que acabaron ayer. Si se tiene en cuenta que en medio de su periodo con el bastón de mano tuvieron lugar el verano (y el consecuente parón institucional) y las fiestas navideñas y de año nuevo, la efectividad del gobierno turisano de Corell ha sido realmente limitada. Corell aprovechó el pleno de ayer para desear suerte al que será el nuevo alcalde, Eugeni Fortaña, del PSPV.